sábado, 15 de abril de 2017

Perpetuas bailarinas

          Afortunadamente fueron varios los momentos del día en que la felicidad más plena se apoderó de nosotros. Sin embargo, ninguno alcanzaría ese instante que quise que jamás terminara, que quedará congelado por el resto de la jornada para deleitarnos en la pureza de la dicha.

            Dos danzantes que sin ser bailarinas colmaban el espacio de oportunos movimientos. Era ese fotograma 13 en que todos los elementos del lienzo alcanzan su máxima expresión. No recuerdo la canción y no hace falta, pues sé que cuando la vuelva a escuchar, sabré que era esa y ninguna otra podrá ocupar tan bello momento.

           Ni el incipiente calor veraniego, ni el cansancio ni el alcohol pudieron turbar la perfección de aquello que no ha de asomarse siquiera al olvido. Todo lo demás daba igual, y eso que cada uno de los presentes lloraba por dentro sus propias penas, pero en esos escasos segundos, no cabía nada más que la felicidad, por que si de algo se preciaba el día, era precisamente de eso, de celebrar y compartir unos lazos que se me antojan.

Han pasado varias horas y me veo incapacitada para contar de manera objetiva lo que aconteció, pues bien sé que lo que mis ojos intuyeron como belleza, mi corazón convirtió en edén y no puedo transformarse de nuevo, por fortuna para mi pensamiento. Y aunque me digan que estoy dibujando flores donde sólo hubo hojarasca, yo sé bien que aquellos pétalos nacían y vivían para ese preciso instante.

13-04-2017