Todavía es pronto para el atardecer pero las nubes ya se
preparan para entrar en acción.
En el camino de vuelta aparecen nuevos volcanes y se secan
los arroyos; las libélulas deciden volar solo en la otra orilla del río, la
ballena prefiere quedarse varada en la playa.
En el camino de vuelta se aprecian los músculos atrofiados,
las articulaciones encasquilladas, reaparecen las cicatrices y la piel luce más
morena y agrietada.
Aún es pronto para la lluvia pero las flores ya ansían sus
pétalos.
Al regresar todo sigue en su sitio, el silencio ha aprendido
a hablar y caminar, el cuerpo es más volátil, ágil; la linterna ya no necesita
estar encendida y el detergente no puede limpiar el contenido de la maleta.
Se ha acabado el tiempo y la cuenta atrás sigue hacia
delante.