La calle ya estaba oscura y el frío comenzaba a congelar sus pestañas. Daniel trató de abrir la puerta con los guantes puestos, y tras varios golpes y amenazas terminó por quitarse la manopla de la mano derecha e introducir con éxito la llave en la cerradura. La cálida luz del vestuario lo tranquilizó. Riendo para sus adentros al comprobar que el buzón rebosaba y su esposa cumplía la promesa de no entrometerse en sus tareas diarias. En un ademán de responsabilidad, Daniel vació el buzón y se introdujo en el ascensor.
-Factura, factura, propaganda, publicidad, factura,... pro... Lucía... - parpadeó con seriedad tragando saliva. Notó cómo el ascensor se detenía.
Su caligrafía, aún de adolescente, parecía desfigurada por un torrente de ira. La abrió con delicadeza mientras el ascensor comenzaba a bajar de nuevo sin que pudiera percatarse.
"
10 de abril de 2003. Dani, esta vez te has pasado,..."
El joven perdió la mirada en el infinito. Recordaba a la perfección aquel día. Arrugó el papel dispuesto a tirarlo a la basura. Lucía era ya su esposa. No merecía remover el pasado. Pulsó el botón de su planta y comenzó a abrir facturas con gesto inexpresivo.
31-01-2017