jueves, 8 de septiembre de 2016

Despertar a los sentidos

Daniel gira el volante con suavidad y toma la segunda salida. Quince kilómetros. La siguiente curva le acelera el latido. Desde que tiene uso de razón le sucede lo mismo. "La curva despertador" recuerda que la llamaba su padre. No importaba la duración de la siesta, siempre se despertaba ahí alentado como por un resorte. Doce kilómetros. Kira emite un breve ladrido. Ella también se impacienta. Siete kilómetros. Una sonrisa comienza a dibujarse en su rostro. El móvil vibra. Podría ser su exmujer o el abogado. Lo apaga directamente. Cuatro kilómetros. Pese a tener las ventanas cerradas, Daniel ya siente el olor del trigo recién segado. Ante sus ojos aparece el último pueblo antes de su destino. Reduce la velocidad. La cantina está llena de ancianos. Claro, la hora de la partida. Dos kilómetros. El ciruelo de Doña Angustias está de capa caída. Daniel rememora aquel año en que su pandilla partieron tres ramas queriendo alcanzar los frutos más grandes y jugosos. No `puede evitar la risita nerviosa. Quinientos metros. Contiene la respiración. Por delante, un mes de vacaciones en el pueblo. Suelta el aire despacio. Los últimos metros son los peores. Sonríe. Ya da igual el tiempo.

14-06-2016

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