Por mucho tiempo lo evité. Menos mal que apareció Ana para abrirme los ojos. La insistencia de mi padre no fue suficiente.
Comencé en un tedioso verano que al final no lo sería tanto. Maravillosas tardes de escritura entre sueños e ilusiones. Y entonces no lo pude abandonar. El lápiz se convirtió en mi mejor arma; y el papel, en el más fiel de mis aliados.
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