Hay ocasiones en que dejas que la vida te lleve, todo te da igual salvo que las horas pasen rápidas. Algunos lo llaman desánimo, otros depresión. Yo no tengo claro cómo nombrarlo, pero creo que eso es lo de menos. Hay nubes oscuras y se desconoce por dónde sale el sol.
Ya he hablado de la falta de interés de mis compañeros de universidad. Cuando te piensas que ya no te pueden sorprender más, que a veces también se merecen un voto de confianza, que ya les has abroncado lo suficiente, ellos deciden tirar tu confianza por la borda y lograr que si un trabajo ya iba mal o directamente no iba, todo sea aún peor.
En otras circunstancias, como parte de otro lunes insufrible, habría vuelto cabreada a casa mientras pensaba soluciones para los problemas "del equipo", a la vez que ellos se lamentan y se quedan de brazos cruzados.
Y sin embargo desde que ha comenzado la semana no puedo más que sonreír por la cercanía de mi 20 de diciembre, y por la noche soñar despierta, algo que llevaba semanas sin hacer por simple y llana desgana. Entonces encontré mi mejor solución. Ya iba siendo hora de aprender la lección.
Hay un instante en que el corazón se acelera y el estómago se llena de mariposas. Es amor... pero no como piensas. Escribir, leer,... vivir la cultura y no ser capaz de abandonarla. Me encantan las matemáticas pero amo el arte. Me gusta el cine pero amo el teatro. Sueño despierta porque la realidad en ocasiones me aburre. Me llamo Sara y quiero sentir.
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