Pensaba que el recuerdo te convirtió en leyenda ante mis
ojos. Ambas éramos pequeñas, tú aún un poco más, pero la risa en tus labios
siempre fue un bálsamo con el que soñar en mis tinieblas.
Invierno y verano. Primavera y otoño alimentando la
nostalgia por una dulce carita pícara.
Por fin el encuentro, el cambio y la valentía. Enseguida te
hicieron tropezar pero con sabiduría de niña y fuerza de mujer el infinito has
conquistado. Pocas veces se ha despertado en mí la admiración por alguien que
es más pequeña que yo. Porque tus ojos son la estrella fugaz en el cielo
encapotado. Y no importa cuántas estocadas te depare el tiempo que siempre, por
supuesto, serás mujer con magia en la mirada.
Para Lola
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