sábado, 25 de marzo de 2017

Encontronazos

Carla corría por toda la casa revolviendo armarios y cajones. La chica miraba debajo de las camas desafiando cada vez más a su paciencia.

-Zapato, bonito, ¿quieres venir conmigo ya de una vez? Venga, por favor, sal ahora de tu escondite y te prometo que… que me lavaré los pies todos los días. Vamos, zapatito, hazme una señal, solo una – vociferaba la joven comprobando que tampoco estaba debajo del sofá.

-Ja, ni ella misma se cree que sus apestosos pies vayan a quedar un día limpios. Lo siento majita, pero hoy me quedo sorda – comentaba una voz chillona en el salón.

-Eh, que me está llamando a mí. ¿Te importa ayudarme? Me he enganchado el cordón en el radiador y Carla me necesita ya.

-¿Perdona? Zapato, bonito, soy yo. Mira como brilla mi piel. Y el tacón ¿qué me dices? Es tan… fabuloso.

-Sí, bueno, pero… yo también soy Zapato. Ella me quiere mucho.

-Me alegro por ti, pero te aseguro que YO soy más importante para Carla. A ti te ensucia por el campo y a mí me pasea por la ciudad. Yo me replantearía eso del afecto.

-Pero… ella… Déjame en paz.

-Ay, mira, no te mereces llevar MI nombre. Zapato es para seres glamurosos y no… Estás muy bien aquí escondido en la cortina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario