miércoles, 3 de mayo de 2017

Solo a veces nieva en la ciudad

Podría no haber sucedido, de hecho, era lo más probable: un trabajo más, un grupo más, y sin embargo ha sido la única ocasión en que a lo largo del curso hemos sido un equipo, para la bueno, y sobre todo para lo malo.

La RAE define grupo como la "pluralidad de seres o cosas que forman un conjunto, material o mentalmente considerado". Sí, se puede decir que dos mujeres, dos marionetas, una voz sin mayor participación y un compañero forman un grupo, que las grabaciones salen adelante con el trabajo tardío y que las batallas por ver quien es más borde sin que se note han sido de lo más formativas, porque el programa final ha salido muy bien y encima nos hemos divertido, por supuesto, pero todas las horas baldías moviendo los hilos de un títere que luego hacía lo que le daba la gana, terminan por pasar factura.

Y qué malas son las comparaciones, pero cuando te encuentras con un equipo de verdad, en el que te sientes a gusto aún con discusiones de por medio, en el que quieres trabajar pese a los agobios (porque otra cosa no, pero el estrés era el principio de cada reunión...), pues poco importa que el trabajo final no haya salido bien; hemos aprendido a trabajar en equipo y a encontrar la confianza en quienes empezaron por ser desconocidos.

Nos decantamos por un camino pedregoso lleno de curvas y absurdeces. Las decisiones eran consensuadas y la comunicación bastante fluida pese a los tropiezos. Concentración y absoluta compenetración en las cuatro largas horas previas. Lástima que el apoyo técnico fuera menos que un grupo.

El programa fue bastante desastroso con la excepción de los momentos en que el profe nos permitía divertirnos. La caída la sentimos todos por igual por mucho que las miradas se digieran a la realizadora. Los nervios del directo y el cansancio después de tanto trabajo nos impidieron estar al cien por cien, pero a la salida y sin un solo reproche entre nosotros, no hubo quien detuviera el compromiso por el que había cobrado fuerza tal unión.

Y si he que quedarme con algún recuerdo elijo ese día tormentoso en que tras dos horas de intenso y al borde del colapso, comenzó a nevar. Aún no éramos conscientes de ello, pero algo estaba pasando en el vestíbulo del 17; la tensión se había esfumado y por unas cosas o por otras habíamos empezado a escuchar las canciones de las series que formaron parte de nuestra preadolescencia, y entre tontería y tontería terminamos viendo el primer capítulo de H2O. Estaríamos perdiendo el tiempo en cuanto a producción del trabajo se refiere, pero sólo en ese instante comenzábamos a comunicarnos como un equipo.

Años atrás mi mente mantenía la quimera de que una clase era también un equipo, y ahora, que sé cual es el significado, salgo de mi error con la vana esperanza de que la nieve vuelva ocasionalmente a la ciudad.

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