Paula acarició con ternura la
rugosa pared de su clase. Sería una de las últimas veces. Su mirada recorrió la
estancia sin detenerse en nada en concreto. Avanzó hasta el que había sido su
sitio los últimos nueve meses. Una tiza crujió bajo sus tacones… ¡cuántas tizas
habrían destrozado sus zapatos a lo largo de tanto tiempo!
Se recogió con suavidad el
vestido y se sentó en una silla. Quince años, quince años de amistades, de
aprendizaje, de rivalidad…, de sentimientos. Y ahora llegaba la despedida.
Caminando con lentitud y firmeza se dirigió al salón de actos… hacia su futuro.
El día de la graduación, el que
se suponía alegre, tendría tintes de nostalgia, sí, pero sería uno de los más
felices de su vida.
13-01-2015


