
Ya nunca nadie lo sabría. Se habían prometido contarlo y hasta parecían haber hallado la mejor manera de hacerlo público. Entonces, sucedió la tragedia.
Habían pasado ya tres semanas. Todavía no se había atrevido a visitarle. Casiano sellaba sus labios para siempre tal y como se juraron la primera tarde. Si no lo decían juntos, quedarían mudos.
Casiano besó la tumba y salió del cementerio. Nunca más regresaría a allí. Fue su penúltima promesa.
08-05-2018
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