Habían pasado muchos años desde que se fuera de casa y volvía al barrio con la mirada nostálgica. Se alegró mucho al comprobar que la frutería junto a su portal seguía abierta. Se dejó llevar por la intensidad de los colores y no pudo resistirse a catarlas de nuevo.
-¿Le puedo ayudar en algo? - se acercó la dependienta.
-Están saliendo muy buenas. ¿Cuánto quieres? ¿Un cuar...?
-Algunas - la interrumpió comenzando a temblar.
-Pero digame un núm...
-Ssshhh. La cantidad adecuada.
-Vale... ¿así es suficiente? ¿Quieres una más?
-No, no, no. No entiendes nada - le gritó llevándose las manos a la cabeza.
-¿Se encuentra bien?
-Quiero pagar - contestó tras un largo suspiro.
-Claro... son...
-¡No lo diga! Tome la tarjeta y cóbrese. ¡Ah!, no me quieras engañar, ya le diré a alguien que compruebe las cifras.
13-11-2018
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