miércoles, 29 de mayo de 2019

En medio de la bruma

Ya no distinguía el día de la noche. La niebla era constante. Si no era la luz del sol era la de la ciudad, la claridad era permanente y hacía días que había perdido su sombra. Sabía que su cuerpo estaba cambiando pero no sería capaz de reconocerlo de haberse visto frente a un espejo. Había intentado ver su reflejo en el agua, pero las olas siempre se lo impedían. Eso la asustaba pero no era la mayor de sus preocupaciones.

La humedad pegaba su liviano vestido de seda a la piel y su pelo parecía llevar años sin peinarse. Ya no quedaba rastro de su maquillaje e incluso se le habían empezado a agrietar los labios.

Avanzaba despacio, sin levantar apenas sus desnudos pies de la arena y dejando un sutil rastro de huellas que desaparecían sin necesidad de actuación por parte de otros agentes externos.

Había llegado hasta allí sabiendo lo que se encontraría y no dudaba de su decisión. Algunas mañanas se intuían las formas de la ciudad pero por más que avanzara la distancia seguía siendo la misma. Algunas tardes optaba por ir en dirección contraria aún cuando no sabía qué quedaba al otro lado de la niebla, quizá incluso fuese peor que el lugar del que venía: ese camino perfectamente empedrado saturado de personas que nada más que alcanzaba a ver la suela de sus zapatos, que sonreía falsamente y que, al igual que ahora ella, no tenía sombra.

A veces escuchaba voces. Eran reales, sí, sin duda, pero no podía verlas. Aún no. La aconsejaban y la ayudaban a subsistir. La mayoría eran voces puras. Otras veces la conducían a un lodazal del que no parecía ser capaz de salir nunca. Pero al final siempre lo conseguía por muchas heridas que tuviera.

La duda contiua se había instalado en sus huesos y la manejaba a su antojo. Amenazaba con el caos pero premiaba con el infinito.

Por eso seguía allí, caminando en medio de la densa niebla sin arrepentirse de su decisión.

viernes, 24 de mayo de 2019

La batalla

No querían, pero llegó.

Era cuestión de tiempo, todos lo sabían aunque negaran las evidencias. Las fuerzas más potentes iban a entrar en combate y no había manera de detenerlo.

Los unos llevaban semanas construyendo una fortaleza, esta vez infranqueable, mientras afilaban sus puntas con los ojos vendados. Los otros caminaban sin rumbo con los puñales en alto, sin saber a quien amenazar pero sembrando el caos a su paso.

Se miraron a los ojos con ternura.

Esa noche se desató la tormenta.

10-02-2018

jueves, 16 de mayo de 2019

Un tiempo después

Un rincón de ilusiones
en el olvido,
el rugido de un tormenta
que todavía acecha,
el caos absoluto
en cada encrucijada.
Y después...
nada.

Otras manos entrelazadas
nos recuerdan el silencio,
un martillo que golpea
sobre la renuncia
que tejió
nuestra fragilidad.
¿Qué quiere que haga?
Nada.

Somos el fracaso
de un susurro peregrino,
miradas
en el destierro
de los sueños,
la ingenuidad que nos empuja
al abismo de la culpa.
No queda nada.

Quisieras volar de nuevo,
recuperar la postal
de aquel viaje al infinito.
Acariciamos la luna
y después el infierno.
Las alas serían arrancadas
en un instante de inseguridad.
Eres...

Ni cenizas
ni dolor.
Nada.

jueves, 9 de mayo de 2019

El tesoro perdido

Todos la manoseaban, la zarandeaban sin el menor cuidado. A veces incluso volaba por los aires. Hasta aquel momento nadie se detuvo a apreciar su delicada madera, a tratarla con el esmero que se merecía.

Entonces cayó en sus manos y durante un tiempo recuperó parte de su viveza. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. La curiosidad le llevó una tarde a mirar en su interior. Hizo bien. La caja contenía el mayor y más preciado de los tesores: no era una simple colección de joyas preciosas, era mucho más que eso. En aquel momento, todos quienes atrás la menospreciaron, aparecieron de pronto ansiosos por recuperar lo que un día habían acariciado.

Al principio, él se había mantenido fiel a sus principios, cuidándola con el mismo cariño que el primer día. El mundo entero suspiraba por el tesoro de aquella cajita. Entonces él sucumbió y una noche sacó de su interior todas las joyas y las guardó en un saquito de esparto que amarró a su cinturón. Después, llenó la cajita con piedras y la depositó a la entrada del pueblo más cercano. Lo recogió una campesina al amanecer y, al comprobar su contenido, no hizo si no arrojarlo contra los matorrales decepcionada.

Horas más tarde, él se detuvo junto al río y abrió el saquito de esparto. Le dió la vuelta y dejó que todo el contenido cayera sobre el cesped. Le extrañó no apreciar más que cuatro piezas rayadas y un montón de polvo. Todo el afecto que podía haber sentido por aquellas joyas se esfumó con el viento. Se levantó abandonando aquellos restos como quien sale a tirar la basura.

El mundo siguió codiciando aquel tesoro perdido ya para el resto de la humanidad.

domingo, 5 de mayo de 2019

Lo que eres

La irrelevancia del todo,
el simbolismo de la nada.

Dijeron que la luna
ceñía tu corazón,
son las estrellas
que copan tus metas.

Testigo del suspiro
que se deshace
en caricias
para ahuyentar
a la tormenta.

Todo cuanto pides a la noche
no existe de madrugada;
es la nada de tus sueños
cautivos
en tu propio vuelo.

Caminas por el laberinto
aridente
bajo tus gritos.
Huellas de un abismo
embarrado
con la valentía
de cometas sin dueño.
La voz de tus barreras
recorre la piel
del ahogado.

Abrazos que lo son todo,
susurros perdidos
en la nada.
Ni una sombra
en tu mirada
capaz de sembrar
la guerra.

Baños de templanza
viajando sin rumbo.
La oscuridad no atraviesa
tus huesos de hojalata.

Refugio de la nada
custodiado
por la pólvora de tus palabras.
Todo lo que fingues
es el letargo de un enfado.

Perdura el eco
de tus hallazgos.
Arañas el llanto
porque conoces el infierno.
Tejes la locura
con sonrisas eternas.
Y aún te quedan alas
para arropar tus miedos.

La razón de todo
sin esperar nada.