11:23h. Música de piano y olas de fondo. Silencio. Mucho silencio.
12:55h. El día amaneció gris en Madrid. Preferí visualizar la imagen de este texto mientras por la ventana se colaban los pitidos de conductores impacientes.
El lunes fue festivo y también el inicio de la primavera. Se escuchaban los pájaros cantar y el rumor del agua.
Hoy el día tardó varias horas en desperezarse y el cuerpo quizá aún no lo haya hecho.
13:47h. Esta semana ha jugado mucho con el tiempo. Muchas cosas. Demasiadas para ser capaz de asimilarlas. Para ser consciente del tiempo. Demasiadas conversaciones a la vez (y aún así muchas pendientes), gente que por ser joven directamente te menosprecia, demasiado trabajo a destiempo, fui dos veces al cine (eso, por el contrario, no es demasiado y es el contraste con los anteriores enunciados previos, remárquese más todavía con este aparte).
14:52h. Comer un dulce con la música a todo volumen mientras recojo la colada. Tengo que fregar la vajilla del desayuno y de la comida.
16:08h. Sacar adelante el día en lugar de que te arrolle.
17:11h. Lo que iban a ser cincuenta minutos de natación para machacarme físicamente y liberarme mentalmente, se han convertido en quince insatisfactorios, lentos y largos minutos comiéndome los pies del de delante. Y de regalo unos cuantos arañazos en los brazos.
17:52h. Ahora el cielo está despejando y ha quedado una apacible tarde soleada. He nadado cincuenta minutos muy fuerte. Eso no es demasiado. Puede ser suficiente pero no demasiado.
Otras nubes se resisten a abandonar las cumbres del sistema montañoso.
18: 01h. Inspira profundamente. Expira. A por el fin de semana.
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