Tengo una idea. Sin expectativas de pasado. Con los fragmentos de un futuro que perseguir. Un mapa de rutas sin señalar. . Con derivadas y números primos achuchándose en la mesa de la comida de Navidad. Un boceto lo suficientemente definido y lo suficientemente caótico para que cualquier parecido con la realidad sea fruto de la casualidad
Doy forma a un planteamiento basado en la proporción aurea. Precisa. Milimétrica. Natural. Compleja. Amparado por la fragilidad de los números irracionales. Un compendio de
cálculos que podrían informatizarse pero que no encaja en un sistema de unos y ceros. Es una
ciencia exacta con leyes todavía por plantear. Una ecuación de rima extenuante.
Diseño un croquis. En un folio sin marcas previas.
Reciclado. Lo he dibujado en una tarde de primavera. Y lo he reformulado en los
meses que la lluvia cae sobre números imaginarios. Son trazos limpios con
portaminas. Un boceto en blanco y negro inspirado en los distintos tonos del
gris. Y las infinitudes de la gama del arco iris.
He planificado un mundo que es un castillo de naipes y un
palacio de cristal.