sábado, 27 de mayo de 2023

Arquitectura de la lógica

Tengo una idea. Sin expectativas de pasado. Con los fragmentos de un futuro que perseguir. Un mapa de rutas sin señalar. . Con derivadas y números primos achuchándose en la mesa de la comida de Navidad. Un boceto lo suficientemente definido y lo suficientemente caótico para que cualquier parecido con la realidad sea fruto de la casualidad

Doy forma a un planteamiento basado en la proporción aurea. Precisa. Milimétrica. Natural. Compleja. Amparado por la fragilidad de los números irracionales. Un compendio de cálculos que podrían informatizarse pero que no encaja en un sistema de unos y ceros. Es una ciencia exacta con leyes todavía por plantear. Una ecuación de rima extenuante.

Diseño un croquis. En un folio sin marcas previas. Reciclado. Lo he dibujado en una tarde de primavera. Y lo he reformulado en los meses que la lluvia cae sobre números imaginarios. Son trazos limpios con portaminas. Un boceto en blanco y negro inspirado en los distintos tonos del gris. Y las infinitudes de la gama del arco iris.

Tengo un plan. Con las suficientes variantes como para que se sostenga solo. De soluciones infinitas y todas correctas. De incógnitas que siempre se despejan sumando. Con paréntesis y algún que otro corchete. Envuelto en un procedimiento que no es exclusivamente matemático. Quizá físico. Tal vez químico. De destino incalculable. Impreciso y concreto.

He planificado un mundo que es un castillo de naipes y un palacio de cristal.

martes, 23 de mayo de 2023

Unidades lingüísticas

Abro el diccionario. Los académicos son aquellos que saben porque estudian y difunden. Busco una palabra. Y luego otra. Salto a la siguiente. Pienso en los académicos. En esas personas que se supone que estudian y difunden. Sigo buscando.

Guío a mi dedo índice a través de la vorágine de términos. Los académicos definen la palabra “palabra” como unidades lingüísticas que tienen generalmente un significado. Me detengo. Leo. Analizo. Vuelvo a leer. Mastico. No hago pompas como si fuera un chicle. No lo es. Mastico con la intención de digerirlas.

Me encuentro con un conjunto de conceptos relacionados de forma coherente y una fuerza de atracción en la que importa, de la misma manera, la consideración de lo positivo como de lo negativo. Me enredo en frases largas que apenas permiten respirar. Me enredo en los diagramas que comparten origen y divergen en uso. Me enredo en los juegos culturales que recaba la historia y se diluyen en las paradojas sociales.

Entonces me surgen preguntas. Se cruzan rápidamente unas con otras. Llegan hipótesis. Ellas solas. Buscan sus propios laberintos. Y aparecen las conclusiones. Conclusiones sin ánimo de ser nada más allá que otro escalón de la pirámide. Nada más allá de lo que supone sentir que el corazón late de nuevo.

viernes, 5 de mayo de 2023

Lunes 14:01h.

He decidido que mi semana va a empezar los viernes a eso de las 14h. Porque sí. Porque me parece una mejor manera de empezarla. Con muchas más ganas. Es una decisión definitiva para el estilo de vida que llevo a día de hoy.

Hasta hace unos meses no entendía muy bien ese concepto popular de enfrentarse al lunes como una cuesta arriba realmente empinada. Para mí siempre ha sido más bien como una nueva oportunidad para hacer cosas, para estudiar, para trabajar, para planear una escapada al campo, para enfadarme, para frustarme porque algo no saliera como esperaba, para disfrutar de un ratito de lectura, para escribir, para cocinar y dejar la cocina patas arriba. Básicamente, para vivir todo lo que la semana tuviera que ofrecerme.

Pero ha llegado un punto en que esa clase de lunes de mierda es también mi realidad: un largo suspiro antes de entrar a la oficina. Supongo que se llama ser adulto. Y me niego rotundamente a ello.

Prefiero marcar mi inicio de semana los viernes, porque sigo igualmente trabajando esa tarde pero lo hago con la energía de empezar la semana, de enfrentarme a nuevas funciones, con ilusión y energía incluso para aquellos meses en que la compañía no pueda ser tan agradable (no es el caso de mayo afortunadamente). Obvio, la decisión de que empiece a las 14h en lugar de a las 00h tampoco es al azar.

Ayer me preguntaron varias veces si estaba bien. "¿Seguro? Mira que nos conocemos". Esos son los detalles que lo diferencian todo. Y me emocionó. Mucho.

Anoche también me reencontré con un compañero de la primera vez que hice teatro. Nos pusimos brevemente al día y me preguntó si estaba contenta. Le dije que era feliz a pesar de que le tenía un poco de pánico al mes de mayo. Porque sí, estoy estresada, pero soy feliz. Y estoy orgullosa de dónde estoy por mucho que tenga que (y quiera y deba) cambiar ciertos aspectos.

Vale que a ojos del mundo siga siendo viernes, pero prefiero seguir a mi rollo y recuperar mi energía de los lunes. Así que... a por la semana :)