He decidido que mi semana va a empezar los viernes a eso de las 14h. Porque sí. Porque me parece una mejor manera de empezarla. Con muchas más ganas. Es una decisión definitiva para el estilo de vida que llevo a día de hoy.
Pero ha llegado un punto en que esa clase de lunes de mierda es también mi realidad: un largo suspiro antes de entrar a la oficina. Supongo que se llama ser adulto. Y me niego rotundamente a ello.
Prefiero marcar mi inicio de semana los viernes, porque sigo igualmente trabajando esa tarde pero lo hago con la energía de empezar la semana, de enfrentarme a nuevas funciones, con ilusión y energía incluso para aquellos meses en que la compañía no pueda ser tan agradable (no es el caso de mayo afortunadamente). Obvio, la decisión de que empiece a las 14h en lugar de a las 00h tampoco es al azar.
Ayer me preguntaron varias veces si estaba bien. "¿Seguro? Mira que nos conocemos". Esos son los detalles que lo diferencian todo. Y me emocionó. Mucho.
Anoche también me reencontré con un compañero de la primera vez que hice teatro. Nos pusimos brevemente al día y me preguntó si estaba contenta. Le dije que era feliz a pesar de que le tenía un poco de pánico al mes de mayo. Porque sí, estoy estresada, pero soy feliz. Y estoy orgullosa de dónde estoy por mucho que tenga que (y quiera y deba) cambiar ciertos aspectos.
Vale que a ojos del mundo siga siendo viernes, pero prefiero seguir a mi rollo y recuperar mi energía de los lunes. Así que... a por la semana :)
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