Estoy furiosa, tan furiosa que ni soy capaz de que salgan
las lágrimas, ni de que mis labios pronuncien palabra alguna sin vomitar veneno
pese a tratar de ser sincera.
Parece ser que querer hacer las cosas bien a la tercera es
de ser perfecta, que hay que repetir seis tomas por la incompetencia y falta de
profesionalidad independientemente de tus planes personales. ¡O no! Porque si
tu vida pasa por salir los fines de semana a emborracharte, no pasa nada, se
deja el trabajo para un día de diario, que no hay nada que hacer. Y entonces mi
sangre comienza a hervir, porque claro, una que es rara, prefiere tomar clases
extraescolares a diario, y en los fines de semana divertirme un rato y
dedicarle un tiempo a los estudios. Creo que no se lleva hacer bien las tareas
de la universidad y disfrutarlo, aunque sean las prácticas de tu futuro trabajo.
Pero cuidado, ¡porque eso es ser perfecta!
Siento furia porque una de mis proyectos personales verá la
luz muy pronto (y se me ilumina el rostro de orgullo sin poder evitarlo) y no
puedo hacer un mísero comentario, porque claro, hago “me meto en demasiados
embolados por mi propia cuenta” y debería aprovechar las horas de reunión de
los trabajos para comentar el estado de la discoteca famosa que por supuesto no
he visitado nunca.
Mis dientes comienzan a rechinar cuando escucho las quejas
de quien protesta porque al haber hecho el trabajo en una sola tarde se merece
mejor nota que otra que lleva dos semanas trabajando en él, y con toda la indignación
del mundo le suplicara al profesor (que por lo visto se ha vuelto de lo más exigente
y antipático) que te suba la nota porque te lo mereces.
Soy incapaz de que la calma y la paciencia se vuelvan a
apoderar de mí porque el dichoso móvil (que me temo que hoy se suicida sin que
pueda detenerle) no deja de vibrar a causa de la famosa mensajería instantánea.
Al parecer ahora urge terminar la práctica. ¡Lástima que hoy la más que cronometrada clase de
doblaje dure una hora más…! Lo del móvil ya lo trataré otro día en que la bilis
bañe mis pensamientos. El asunto móvil es incapaz de no sacarme de mis casillas.
Bien, pues creo que ya he tenido suficiente y que pese a
todo, me recuperaré como vengo haciendo a lo largo de la última semana. Es lo
que toca. Solo me avergüenza la fuerza con que he tratado al teclado de mi
ordenador, que no ha sido más que testigo de mi urgencia viperina. Siento si he
sido ambigua, repetitiva y poco concreta; entiendan que no lo podía evitar.
Oh, y Sara, recuerda que no puedes quejarte porque eres
perfecta, y eso corrompería tu brillante historial.
PD: Cuidado con los proyectos personales que os roban tiempo
de estar a la moda. Yo por mi parte seguiré escribiendo orgullosa y procurando
dejar la ironía en este post. Otro noche de furia me tocará hablar de cine… o
de la ira de ciertas tardes.
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