Ya no era una muchachita que correteaba por los pasillos con las trenzas siempre despeinadas. Ni siquiera ya podía quedarse en la cama mientras su abuela se afanaba en buscar cubos para las incontables goteras. Sin embargo, el repiqueteo de las gotas en cada charco que se formaba en el patio, seguía produciéndola la misma calma. Y el mismo mal humor. Adoraba la lluvia, era muy necesaria, pero detestaba cuando el cielo aguardaba durante semanas hasta que ella ponía un pie en su pueblecito. Y ya pasarán quince o treinta años, que ella seguiría esperando impaciente junto a la ventana, entre la calma y la agonía.
Hay un instante en que el corazón se acelera y el estómago se llena de mariposas. Es amor... pero no como piensas. Escribir, leer,... vivir la cultura y no ser capaz de abandonarla. Me encantan las matemáticas pero amo el arte. Me gusta el cine pero amo el teatro. Sueño despierta porque la realidad en ocasiones me aburre. Me llamo Sara y quiero sentir.
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