martes, 5 de junio de 2018

Excursión

-Aquí antes había una playa... es que tiene que estar por aquí, pues anda que no habré venido yo veces cuando era un crío. ¡Que sí, que sí, que aquí tiene que estar la playa! Mira, ese árbol es igualito, pero clavado, a uno en que se me quedó atrapado el pie cuando tenía cinco años. Es que no había manera de que saliera. ¡Más de dos horas que estuve allí enganchado!... Bueno, la verdad, es que ahora que me fijo... hay algo que no me cuadra... ¡Ah! Le han quitado ramas. ¡Ay, pobrecito mío! Si es que... mucho hablar de la contaminación, pero luego vamos por ahí cortando árboles como si nada. ¡Qué pena, qué pena más grande!

-Me parece muy bonito todo lo que cuentas... no, perdón, perdón, es muy triste. Siento mi falta de empatía ante tu dolor, pero ¿quieres reconocer de una vez que te has perdido y no sabes cómo llegar a la playa? Llevamos más de hora y media caminando y ni playa, ni acantilado,... ni nada que se le parezca.

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