Me hizo sentir culpable. Dijo: "¿qué te crees, que yo no tengo ganas de ver el mar? ¡Siete meses, dices! TRES AÑOS llevo yo sin ir a la playa y aquí sigo". Según ella debía conformarme y no hacer ni un comentario más al respecto. Tan solo la contesté que cuando de verdad deseas las cosas, te esfuerzas por conseguirlas... y tarde o temprano las obtienes. Insistió en que cuando madurara comprendería que ser adulta conlleva unos sacrificios, y que puedes luchar por unos sueños y jamás conseguirlos.
Así, cuando aquel fin de semana me presenté en su casa para avisarla de que iba a pasar unos días en la costa, me dedicó su sonrisa más amarga y me "deseó" buen viaje.
Yo no iba a pelear por mis sueños, iba a disfrutarlos.
Algún día de 2016
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