De pequeña odiaba leer. Yo no lo recuerdo, pero mis padres dicen que podía pasarme horas llorando con tal de no leer. Ahora me avergüenza un poco pero también reconozco que sin aquellas vivencias es posible que no me hubiera convertido en quien soy hoy. El cambio se produjo precisamente leyendo. Un verano empecé un libro que tardé más de un año en acabar. El siguiente logré leerlo en unos cinco meses, y el de después apenas en unas semanas. Creo que fue aquel curso también cuando nos mandaron hacer una redacción de tema libre y yo no tuve mejor idea que escribir un cuento. Suspendí, pero el gusanillo ya estaba dando vueltas.
Hoy es día de celebrar, ya no sólo los libros sino la lectura en general. En un mundo dominado por la velocidad, el estrés y el agobio, poder disfrutar de un momento para soñar despierto parece incluso un lujo. Pero no lo es. No voy a hablar de los beneficios de leer pero sí quiero reivindicar que todos tenemos recuerdos positivos asociados a los libros... por algo será. Y por supuesto que también habrá quien en el presente los vea como un lastre prefiriendo el cine o la televisión. Sólo una cosa, el origen está en las mismas personas: escritores.
Eran las tres de la mañana. No sé si me acababa de despertar o llevaba acostada hora y media sin haberme dormido. Sólo recuerdo una necesidad incontrolable de levantarme y apuntar aquella maravillosa idea... aunque bien sé que muchas de esas no son más que una mierda por la mañana, pero hay que arriesgarse. En ocasiones merecen la pena, y da mucha rabia perderlas por haber sido vaga al quedarme bajo las sábanas. No hace tanto llegué incluso a encender el ordenador y teclear un par de frases. Hay textos que solo surgen con la energía del momento. Y reconozco que la grabadora es un gran invento (especialmente cuando se va en bici), pero por las noches...

Cualquier rincón es bueno para comenzar a escribir. Cualquier persona puede inspirar mil universos paralelos. Mola... incluso en el momento en que tienes el triple de historias pendientes de las que sabes que en tu vida podrás escribir. Y aún así merece la pena.
Probablemente este no sea el post más bonito, con una lógica narrativa o una estructura perfecta, pero puedo asegurar que es el más sincero. Como así lo es, y sé que me reitero, mi gratitud hacia aquellos que escuchan mi voz en la distancia.
Celebrémonos. ¡Feliz día del libro!
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