
Se sumergió hasta el fondo de la piscina sintiendo la presión en sus oídos. Expulsó todo el aire por la nariz y dejó que su cuerpo viajara solo hasta la superficie.
Debía estar cansada después de más de dos horas nadando a esa intensidad, sin apenas detenerse. No. Quizá sus músculos estuvieran entumecidos pero sólo podía darle vueltas y vueltas en la cabeza a aquel asunto, fundiéndose a cada rato con el agua.
Había caído la noche y pronto cerrarían. Llegó al final de la calle y se tumbó boca arriba. Flotó con los ojos cerrados. De vez en cuando la alcanzaban las gotas que salpicaban otros nadadores. La gustó. Se fue relajando muy poco a poco. Respiró hondo y dibujó una débil sonrisa en su rostro.
Utilizó las escaleras aun cuando nunca lo hacía. Se sintió débil ahí fuera. El aire acuchillaba su piel y envenenaba sus pulmones. Se apoyó en la pared y se quitó el gorro dejando ver su corto y canoso pelo enmarañado.
Se puso las chanclas y avanzó despacio pero con pasos decididos.
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