martes, 25 de junio de 2019

A cinco días para zarpar

No habrá telón que se levante, ¿y qué? ¿Acaso desaparece la vida detrás de las cortinas?

Medio desnudos y no sólo es una cuestión de vestuario, ¿y qué? ¿Acaso nuestros músculos se detendrán porque una tela no los recubra?

Bucearemos en un océano que aún no conocemos, ¿y qué? ¿Acaso no llevamos una vida aprendiendo a respirar?

Si la perfección no existe, ¿por qué insistir en que nuestros dedos se desangren si pueden ser acariciados en la imperfección?

Jamás se desdibujaron tanto los caminos, y no hablo solo del teatro donde quizá estén precisamente más delimitados. La confianza lo desborba todo, se escapa de la bañera e inunda nuestras miradas de complicidad. Suena rimbombante, recargado de adjetivos que invitan a la minuciosidad de un ensayo que, sin embargo, no existe. ¿Y qué? ¿Acaso no somos y trabajamos como un equipo? ¿Acaso el teatro no es precisamente la fuerza de unas emociones que estallan como si nunca antes lo hubiera hecho?

Lo mismo todo es demasiado optimista, lo mismo mañana terminamos a gritos asqueados del exceso de unidad, lo mismo el precipicio termina por ahogarnos en el abismo...

De momento es un soñar, con los errores y los aciertos, con los nervios y la incertidumbre por embarcar a tiempo aún cuando muchos ya conocen ese vértigo del teatro. ¿Por qué cortarnos las alas ahora que nos lanzamos a volar?

Llevamos 1500 metros navegando, el vacío nos aguarda.

lunes, 17 de junio de 2019

Frente al olvido

Seguía ahí. Su presencia era evidente pero no se parecía en nada al lugar de sus recuerdos. Probablemente de haber sabido cual sería su final, hubiera tratado de disfrutar aún más si cabía aquellos días ya tan lejanos.

Avanzó bajo el eco de las olas, posando sus pies descalzos sobre una tierra que no tanto tiempo atrás era bien frondosa. Sentía cómo se le clavaban las piedrecitas con cada paso, pero siguió avanzando.

Sabía que detrás se encontraba el mar pero no podía ver sino la maleza que había devorado el lugar de sus noches de ensueño. Por un momento se planteó la posibilidad de que realmente aquello fuera lo... ideal, ¿por qué no? Eran tan solo el curso de la naturaleza... Pero no... todo puede permanecer si se cuida y se quiere que así sea.

Se sentó en la piedra sintiéndola más fría que nunca pese a conservar sus grietas y desniveles. Cerró los ojos y acarició su superficie. Sonrió con amargura.

No solo se culpabilizaba a sí misma, tampoco podía achacarle responsabilidades a desconocidos que paseaban a menudo por allí, pero sí podía enfadarse con aquellos con los que compartía un pasado amarillento desgastado por el salitre.

Por su parte, le pondría remedio siendo consciente de que nunca volvería a ser igual, pero quizá otros pudieran disfrutar como lo hizo ella.

martes, 4 de junio de 2019

Estos días de gloria

Polvo de hada
que rocías mis sueños,
manten mis ojos cerrados,
evita el final de este cuento.
¿Castillos y princesas?
No.
Realidad.
Duermen las sirenas
sobre tierra firme.

Miradas cómplices,
ausencia de palabras
y aún así, testigos del infinito
que recorren la tormenta
sembrando sosiego.

Risas.
Siempre risas
y confianza.

Isla sacudida por el cariño
de los duendes de la pureza.
Entereza del alma.
Felicidad.