Seguía ahí. Su presencia era evidente pero no se parecía en nada al lugar de sus recuerdos. Probablemente de haber sabido cual sería su final, hubiera tratado de disfrutar aún más si cabía aquellos días ya tan lejanos.
Avanzó bajo el eco de las olas, posando sus pies descalzos sobre una tierra que no tanto tiempo atrás era bien frondosa. Sentía cómo se le clavaban las piedrecitas con cada paso, pero siguió avanzando.
Sabía que detrás se encontraba el mar pero no podía ver sino la maleza que había devorado el lugar de sus noches de ensueño. Por un momento se planteó la posibilidad de que realmente aquello fuera lo... ideal, ¿por qué no? Eran tan solo el curso de la naturaleza... Pero no... todo puede permanecer si se cuida y se quiere que así sea.
Se sentó en la piedra sintiéndola más fría que nunca pese a conservar sus grietas y desniveles. Cerró los ojos y acarició su superficie. Sonrió con amargura.
No solo se culpabilizaba a sí misma, tampoco podía achacarle responsabilidades a desconocidos que paseaban a menudo por allí, pero sí podía enfadarse con aquellos con los que compartía un pasado amarillento desgastado por el salitre.
Por su parte, le pondría remedio siendo consciente de que nunca volvería a ser igual, pero quizá otros pudieran disfrutar como lo hizo ella.
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