Entre ola y ola apenas un instante, un escaso silencio que la devolvía la energía. En aquel entorno todo era una provocación para sus oídos, receptivos incluso en la noche. Por ello, ese reducido tiempo en el que el sonido estaba ausente resultaba una bendición. Siempre se había conformado con poco, cada vez con menos, hasta llegar a aquel día en que diez minutos junto al mar devolvían la viveza a sus mejillas y el esplendor a su mirada. Entre ola y ola, el silencio era el arrullo de la vida.
Hay un instante en que el corazón se acelera y el estómago se llena de mariposas. Es amor... pero no como piensas. Escribir, leer,... vivir la cultura y no ser capaz de abandonarla. Me encantan las matemáticas pero amo el arte. Me gusta el cine pero amo el teatro. Sueño despierta porque la realidad en ocasiones me aburre. Me llamo Sara y quiero sentir.
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El mar ...tonto...el mar
ResponderEliminarLo que no haga el rumor de las olas......no lo hace nada.
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