lunes, 30 de diciembre de 2019

Respiración asistida

-Me niego rotundamente a que me jubile.
-Pero vamos a ver, Derecho, que llevas un mes con respiración artificial.
-Sí, pero por decisión propia, que vosotros no sabéis lo que es la vida de pueblo. Os lo digo por vuestro bien, largaos de aquí a toda prisa.
-Llevamos toda nuestra existencia esperando este momento. Nos hemos preparado a conciencia.
-Una cosa es la teoría y otra muy diferente la práctica. Sois aún muy jóvenes.
-Pues por eso, nuevos tiempos, nueva gente.
-Os voy a contar una anécdota. Creedme, es muy real. Somos afortunados por estar en esta habitación. Mi pareja y yo tampoco lo creímos... fue allí donde la vi por última vez... Al final del pasillo está la habitación de los niños, unos criajos que parecen muy monos pero la peste de sus pies es tal que antes de entrar ya te mareas. No hace falta que lleguen a tocarnos para sentir su aliento mortal. ¡Y a veces juegan con nosotros sin calcetines!
-¡Vaya, sentimos la pérdida de tu compañero! Pero seguro que ahora te espera una vida mejor.
-Sí, como juguete del perro.
-¡¡¡Ay, un perrete!!! Tú tranquilo que ya nos encargamos nosotros de la fiera. Ahora mismo pedimos el traslado.

sábado, 21 de diciembre de 2019

Tres años y un día

Ayer se cumplieron tres años de la presentación de mi primer libro. Lo digo con orgullo y la cabeza bien alta pese a que muchas veces le haya quitado valor. Si menciono la fecha no es tanto por el hito sino por la determinación de seguir escribiendo incluso cuando no resulte fácil y porque he decidido iniciar la versión en inglés.

Mentiría si dijera que lo recuerdo como si hubiera sucedido apenas unas horas antes, pero tengo cada mirada y cada palabra perfectamente guardadas en un rincón al que regreso cada vez que lo necesito. El tiempo vuela pero deja bonitos regalos por el camino, incluso desde el fango.

Escribo hoy con la energía de hoy, del recuerdo y del olvido. Con la energía de un año que me ha dado mucha vida y me ha hecho avanzar (o por lo menos recorrer unos cuantos kilómetros). Escribo hoy con la promesa del mañana y de hacer realidad aquello que persigo.

Imagen cedida por EMZ
Hace mucho me dijeron que tendría el mundo en mis manos. Recuerdo el vértigo. Lo único que quiero es ser fiel a mi misma. Por eso esto no es una justificación, es simplemente lo que quiero contarte. Y aunque hace un tiempo me pedí evitar la primera persona como Sara, hoy quiero que sea mi voz la que relate esta historia.

Tardé mucho en considerarme una escritora. Hasta hace bien poco mencionaba el tema como apenas una aprendiz. Y sí, aún me queda mucho que explorar en el sentido técnico, pero tampoco sería justo negarme el título.

Trabajando en la creación de personajes de una novela estoy profundizando en la definición de los términos para su construcción. El más complejo es el de la afición. Según el Diccionario de la Real Academia española hace referencia a la ‘actividad que se realiza habitualmente y por gusto en ratos de ocio’. Lo de habitual va por temporadas y por gusto se queda corto. Y respecto al ocio… tiempo libre no es levantarte de la cama cuando estás a punto de dormirte para volverte loca a encontrar un papel sobre el que escribir apenas un par de palabras. Esa ilusión, esas mariposas en el estómago…

Hoy visto la misma camisa que en la presentación… ya no es el mismo cuerpo… mis manos siguen deslizándose por los cuadernos… y no son las mismas palabras…

Tres años y un día… es momento de continuar.

martes, 17 de diciembre de 2019

Egoísta

Las mañanas de domingo le pertenecían solo a ella. Estuviera donde estuviera y con quien la acompañara. Mónica era muy cuadriculada con los horarios: levantarse a las siete y acostarse a las once, excepto el último día de la semana, no como un capricho, sino como una necesidad, y no siempre consistía en dormir más, muchas veces todo lo contrario. Había quien la regañaba por ello o se enfadaba por ser tan egoísta. Ella contestaba todas las veces con la misma frase: tan solo se regalaba a sí misma un par de horas a la semana, ya el resto de días se deshacía con los demás. Le daba igual lo que opinaran de ella, empezaba a sentirse orgullosa de sus decisiones sin arrepentirse de sus errores, sabiendo que precisamente gracias a ellos estaba aprendiendo y lo seguiría haciendo.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Corregir = enmendar lo errado

Era el mismo café de todos los días. Sin embargo, esa mañana Lorena se quedó paralizada con el primer trago. Por unos segundos aquel sabor la transportó lejos de allí. Había sido tocar sus labios y que los recuerdos la invadieron con tal fuerza que se asustó. Porque pensaba que lo tenía superado.

No entendía la razón por la que todo estaba regresando. Dos días antes había encontrado en un bolso los pendientes de aquel último día. Estaba convencida de que los había tirado a la basura. Decidió guardarlos en el joyero bajo la promesa de no tambalearse. Lo estaba haciendo muy bien y su hija se hubiera sentido orgullosa de ella.

Había entrado en la cafetería como cualquier otra mañana, con la carpeta de los exámenes aún por corregir y saludando a todos los presentes como si llevara siglos sin verles cuando apenas un minuto antes hubiera visto a varios de los profesores en el colegio. Nadie se había extrañado con su derroche de energía, aunque llevara solo un año viviendo allí, todos conocían a la vivaracha Lorena. Se había sentado en una esquina y la habían llevado su cappuccino mientras exploraba en su bolso; por mucho que se empeñara en dejar la cartera bien a mano, ésta terminaba por caer al fondo y ella se veía obligada a esparcir todo su contenido en la mesa provocando un estruendo impropio para el motivo de su búsqueda. Después, sonreía con cierto descaro a los demás clientes que habían visto interrumpidas sus conversaciones. Era su forma de ser, divertida y ajena a los comentarios.

Aquel sorbo, en cambio, permutó su alegría por una seriedad que tenía abandonada desde hacía un año. Respiró hondo y sacó los exámenes de tercero.

-Me pone un coñac con hielo - escuchó una voz a su espalda.

Se derrumbaron todas sus murallas. Otra vez no. Sus pulmones comenzaron a trabajar de forma agitada. "Me ha encontrado", pensó con temor mientras sus manos se agitaban sin control. De manera instintiva acarició la piel que había tapado durante años con tanto maquillaje.

Apretó los labios y sin hacer el menor ruido, sacó del bolso su móvil y marcó tres dígitos. "Le he encontrado", pensó con determinación.


*Definición obtenida del Diccionario de la Real Academia Española, 2019.

viernes, 6 de diciembre de 2019

Me encontrarás en la lluvia

Mis entrañas cubiertas de tierra,
mis pies
pedacitos de cristal.

Hablé con las nubes,
te dejarán ver las estrellas.
Ya sabes dónde vivo.

No me pienses.
Mírame.
Cántale a la luna.
Siénteme.

Camino en tus sueños
hasta que la ciudad nos devore.
Dejé la hoguera prendida,
aliméntala con tus desvelos.

Sigo buceando en tus labios,
acariciando tu pelo.
Sigo surcando tus horas,
cercando tus miedos.
Sigo aquí.

martes, 3 de diciembre de 2019

Ángel de la guarda

Pensábamos que como siempre sonreía era feliz, que si cada mañana nos sacaba diez carcajadas era porque tenía motivos propios para ello. No se quejaba de nada. Quizá deberíamos habernos empezado a preocupar ahí.

Siempre tenía la palabra perfecta para que los momentos de tensión se disiparan. Su mirada generaba calma en todos los ojos sobre los que se posaba y su simple presencia ya atraía la serenidad. De ahí que nos dejara sin respiración en la despedida.

Fue un tarde en lo alto de un acantilado. Esperó pacientemente a que no quedara nadie y entonces comentó algo de que nos había protegido cuanto pudo pero que ya no podía absorber más energía. Sucedió muy rápido. Pareció trastabillar pero lo hizo aposta. Cayó hacia atrás. Ahogamos un grito y de pronto lo vimos aparecer en el aire. Dos enormes alas negras le hacían flotar.

-Volveré cuando pueda volver a ser un ángel de la guarda. Un día os enseñaré mis alas blancas. Recordarme como me veíais. Volveré.