sábado, 29 de febrero de 2020

Expresiones de lo inmutable

Solo tenía un vestido en el armario y debía haber una justificación de relevancia para que se lo pusiera. Elisa entró en el restaurante y se sentó en la mesa vacía más cerca a la puerta. No lo buscó. Siempre llegaba tarde. Observó su reflejo sobre la superficie del televisor apagado. Varios mechones de pelo se escapaban de su trenza como lo hicieran desde su juventud. Se sintió orgullosa de haberse liberado de la apretada coleta a la que se había acostumbrado en los últimos meses.

Elisa le pidió un té verde al camarero tras comprobar que tampoco la avisaba de su retraso. Llenó media taza y la sostuvo entre las manos sintiendo su calor. Volvió a fijarse en la pantalla de la televisión: aunque sutil, le resultaba demasiado evidente el maquillaje. Lo había evitado toda su vida pero las arrugas la iban inclinando lentamente al uso frecuente de aquellos productos. No tenía problemas en reconocer su edad, era solo que ante él...

Sintió su perfume mucho antes de verle. Le resultaba curioso que, después de tanto tiempo, siguiera utilizando aquel aroma. Pidió un té en la barra y se sentó frente a ella.

-¿Qué quieres, Manuel? - fue ella directa con el gesto serio.

Aguardó su respuesta haciendo acopio de toda su paciencia. Sus ojos la escudriñaban como nunca antes le había visto hacer. Pretendía no fijarse en que iba más arreglado de lo habitual pero sin querer que se notara en exceso, que había cambiado el chándal por unos vaqueros ajustados y una camiseta sin estampados.

-Me alegra que hayas venido - comentó sirviéndose el té y dejándolo reposar en la taza.

-¿Qué quieres? - repitió Elisa.

-Me han contratado a un par de calles de aquí. Probablemente me hagan indefinido. No quiero seguir dando tumbos de ciudad en ciudad.

Ella mantuvo su gesto como si aquella noticia no significara nada.

-Pensaba que quizá... podíamos volver a intentarlo - fue directo por primera vez en su vida.

Elisa rió como si fuera el chiste más gracioso que hubiera escuchado en años. Sin embargo, era consciente de lo difícil que siempre le había resultado exponer sus sentimientos con ella.

-¿Jugar a que nos queremos? ¿Otra vez?

-No se nos daba mal - contestó Manuel de inmediato.

-Esto es absurdo.

Elisa se puso en pie. Prefería los tacones cuando quedaba con él, así podía recortar un poco la diferencia de altura. Aquella vez escogió un zapato plano.

-Espera - pidió él cogiéndola de la mano.

No se giró. Respiró hondo sintiendo cómo volvía a erizarse el cabello de su nuca.

-Pedirte una nueva oportunidad sería injusto por mi parte.

-Lo es. Ya dejamos muy atrás aquello de que a la tercera va la vencida.

-¿Recuerdas cómo empezó todo? Antes de declararte me dijiste que, si no sentía amor ni quería descubrir lo que eso era, me sincerara contigo y no evitara tu mirada. Ahora eres tú quien aparta la vista.

Elisa se giró desairada.

-No entiendo por qué te empeñas en seguir con esta locura - comentó posando sus ojos sobre los suyos.

-Y sin embargo sigues hablando conmigo.

El té volvería a quedarse frío como era habitual al inicio de su relación. Alargarían aquella discusión con reproches y disculpas. Al final, entrelazarían sus dedos con timidez como si la piel del uno no conociera la del otro. Las canas evidenciaban su madurez, pero en aquel juego la estupidez dominaba a veces incluso a la experiencia. Quizá, y solo quizá, aquella fuera la vez definitiva.

martes, 25 de febrero de 2020

La cafetería

Aquel café estaba asqueroso, era caro y necesitaba llevar auriculares para concentrarse en algo más que no fuera el griterío de ciertos clientes. Sin embargo, si tardaba en tomarlo no era porque cada trago resultara una punzada de dolor para su estómago. Era su momento de establecer contacto con el significado de la vida.

Apenas había intercambiado un par de frases con los camareros y por una cuestión de cortesía. Reconocía a algunos clientes pero no quería establecer ninguna clase de conversación. Pese a la impersonalidad, una vez al mes se sentía en la obligación de pasarse por allí y observar el mundo: llegaban unos, se sentaban y jugaban a hacer que no se conocían; estaban los empresarios, con su seriedad y mala baba que terminaban por compadecerse de algún pobre cliente; le encantan los abuelos y sus nietos, reprendiéndoles y consintiéndoles al mismo tiempo; alucinaba con la capacidad de los jóvenes para seguir hablándose a través de los dispositivos electrónicos cuando estaban cara a cara; ignoraba a los solitarios como él, historias diferentes que se negaba a conocer porque todo el mundo merece un rato de descanso; se iban unas familias y enseguida aparecían otras dispuestas a hacerle participe de su existencia.

El buen humor regresaba a su cuerpo y todos sus problemas encontraban solución de forma natural. Salía renovado, sí, pero parecía estar evitando constantemente su propio final feliz. Le costaba marcharse y se empeñaba en seguir con su rutina: hacer como que la vida seguía en su sitio y que aquello no le había impactado. Empezaba a cansarse de aquella situación. Pero lo único que sabía hacer por el momento era ver la felicidad de los demás. En ocasiones era más que suficiente.

viernes, 21 de febrero de 2020

Los comienzos son Historia

Viajemos al pasado. Nos encontramos a dos de septiembre de dos mil diecinueve. Una aventura destacable tiene que tener un comienzo reseñable.

Experiencia. Este año se podrá definir de muchas formas pero ninguna contemplará la palabra 'aburrido'. El comienzo mismamente ya me dio qué hablar. Habrá quien lo vea como una tontería pero para mi no fue más que el resumen de todo lo que estaba por llegar.

Apenas dormí. No estaba nerviosa. Los días previos habían sido muy bonitos y muy intensos. Las despedidas... me quedo con aquellas que no lo fueron. Mi avión salía a las seis de la mañana. Sin embargo, no fue hasta dos horas más tarde que finalmente despegamos. Al parecer había un fallo que no era serio pero que no sabían de dónde venía por lo que no lo podían arreglar. Ya llevaba mi billete de autobús comprado e impreso, justo para dos horas después de mi supuesta llegada que se producía con ese mismo tiempo de retraso. Corrí a por mi maleta y corrí con mi maleta. No sé si fue suerte o que simplemente tenía que pasar: llegué a tiempo.

Después de haber estado cuatro horas y pico sentada en el avión, me esperaron otras tres que, lejos de resultarme pesadas, fueron largos minutos de observar un paisaje que ya conocía pero que miraba con ojos nuevos. Pese a que tenía planeado escribir, entre otras cosas este mismo post que llega con varios meses de retraso pero que lo hace en el momento oportuno. Creo que ya ahí empezó el aprendizaje. Para, disfruta el presente.

De lo que recuerdo de aquel día... el cielo estaba completamente despejado, era un día azul, de esos que cubren los veranos de una infancia feliz. ¿Impresiones? Las rotondas son gigantes y con carteles enanos con comentarios tan... tan... como 'fin de semana después de un festivo nacional'. Ingleses, no hay más comentarios que alegar. Llegan a mi mente imágenes de unas zapatillas (botas negras concretamente) colocadas a la perfección en medio de la carretera para la portada de algún libro de crímenes. Oh, hacía calor, las ovejas se agrupan bajo la sombra de los árboles. Los bancos lucían recién pintados como si no tuvieran que hacerle frente a las inclemencias del tiempo...

lunes, 17 de febrero de 2020

La leyenda del mar

Decían que su estrecha relación con el mar se debía a su signo del zodiaco, que la luna y el agua formaban parte de su personalidad por influencia de las estrellas. Su humor seguía el ritmo de las mareas y hasta su piel parecía tornarse en escamas.

Blanca podía pasar largas temporadas alejada del océano, pero cuando regresaba a él su cuerpo entero encontraba una armonía que ni siquiera a veces estaba perdida. Nadie lo entendía ni ella se molestaba por explicarlo.

Sin embargo, aquel verano tomó una decisión que sorprendió a todo el mundo. Blanca se iba a mudar a un pequeño pueblo de montaña a más de cuatro horas de la salida más cercana al mar. Pensaba vivir con la bicicleta como único medio de transporte y su intención era mantenerse dentro de los límites de la provincia. No quería visitas ni tenía intención de regresar a la civilización en un par de años por lo menos. Su determinación resultaba chocante porque era una persona sociable que razonaba todos y cada uno de sus movimientos, excepto en aquella ocasión que omitió todas las explicaciones.

El tiempo pasó sin que nadie tuviera noticias de ella, y de pronto un día el mundo cambió. Los científicos hablaron de cambio climático pero los amigos de Blanca sabían que ella estaba detrás del suceso. La tierra se abrió y quedó cubierta de agua salada en el mismo lugar al que ella se había mudado, una extensión que abarcaba los límites de la comarca.

Las preguntas se sucedían en torno al recuerdo de aquellos ojos que invocaban el mar. Las respuestas se perdían en aquella extensión azul.

jueves, 13 de febrero de 2020

Distancia

Cerca
de mis mentiras
y de las horas muertas.

Lejos
las palabras,
el olvido del pensamiento.

Eco,
resonancia,
presente inexistente
con el que juega el azar.

Kilometraje
que consume el tiempo
de los sueños.

Proximidad
de las barreras
con las que tropiezas.

Y a medio camino
perecer en el recuerdo,
renacer en las miradas.

domingo, 9 de febrero de 2020

Ignorantes enciclopédicos

Apenas tendría quince años la primera vez que se sintió insultado con aquellos dos términos. Desde luego que no se creía en poder de toda la sabiduría del mundo, pero para su juventud, aquello fue un puñetazo que no esperaba recibir tan pronto.

Ahora miraba a los ojos a aquel pequeño inocente sintiéndose más perdido que nunca. Por muchos libros que hubiese estudiado, por muchos congresos a los que hubiera acudido, pese a todas sus horas de investigación, no tenía una respuesta a lo que le sucedía a Marcos. No podía curarlo.

El niño le observaba con admiración. En todo momento se le dijo la verdad y en aquella ocasión no iba a ser de otra manera. Sus padres suspiraban y trataban de contener el llanto con poco atino. Marcos sonrió y le dio un abrazo, uno de esos que parecen tocar físicamente el corazón.

La familia dejó de creer en la medicina y se mudó a un pueblo de montaña donde poder vivir el poco tiempo que predecían le quedaba al pequeño.

Las canas poblaron su cabello entre consulta y consulta hasta el día de su jubilación. Entonces decidió pasar una temporada viajando por su país.

Caminaba por un pequeño pueblo de montaña cuando empezó a escuchar unos gritos desgarradores. Su instinto le llevó hasta una niña que acababa de caerse de un árbol y tenía una seria herida en la pierna. No tenía el material apropiado pero hizo todo lo que pudo para detener la hemorragia. Llevó a la niña a su casa e inmediatamente llamaron al número de emergencias.

Lo tuvo claro en cuanto lo vio aparecer por la puerta. El padre de aquella criatura no era otro que Marcos y para éste tampoco resultó desconocido. Antes de que se la llevaran en la ambulancia, la niña le dio un abrazo, uno de esos que permanecen por siempre arraigados al alma.

lunes, 3 de febrero de 2020

¿Y por qué son solo apuntes?

Hay amores que nunca se olvidan. La primera vez que vine a estudiar a Bournemouth me enamoré de esta ciudad costera del sur de Inglaterra. Supongo que en parte es por la presencia del mar. Sé que hay otras muchas más razones. Por eso cuando por casualidad descubrí una oportunidad de voluntariado con jóvenes en el mismo destino que tan venerado tenía, no dudé en aplicar mi candidatura.

Han pasado cinco meses desde que aterrizara en Bournemouth e iniciara esta experiencia. Llevo desde entonces queriendo lanzar esta sección, pero sin duda es ahora, que todo cambia, cuando se hace irremediable comenzar el relato. Iré recuperando historias de los meses pasados al tiempo que el presente toma forma. No va a ser una exposición perfecta, dejaré vacíos, frases incompletas y recuerdos inconexos. La necesidad de abrir este capítulo va más allá de la memoria.