Apenas tendría quince años la primera vez que se sintió insultado con aquellos dos términos. Desde luego que no se creía en poder de toda la sabiduría del mundo, pero para su juventud, aquello fue un puñetazo que no esperaba recibir tan pronto.
Ahora miraba a los ojos a aquel pequeño inocente sintiéndose más perdido que nunca. Por muchos libros que hubiese estudiado, por muchos congresos a los que hubiera acudido, pese a todas sus horas de investigación, no tenía una respuesta a lo que le sucedía a Marcos. No podía curarlo.
El niño le observaba con admiración. En todo momento se le dijo la verdad y en aquella ocasión no iba a ser de otra manera. Sus padres suspiraban y trataban de contener el llanto con poco atino. Marcos sonrió y le dio un abrazo, uno de esos que parecen tocar físicamente el corazón.
La familia dejó de creer en la medicina y se mudó a un pueblo de montaña donde poder vivir el poco tiempo que predecían le quedaba al pequeño.
Las canas poblaron su cabello entre consulta y consulta hasta el día de su jubilación. Entonces decidió pasar una temporada viajando por su país.
Caminaba por un pequeño pueblo de montaña cuando empezó a escuchar unos gritos desgarradores. Su instinto le llevó hasta una niña que acababa de caerse de un árbol y tenía una seria herida en la pierna. No tenía el material apropiado pero hizo todo lo que pudo para detener la hemorragia. Llevó a la niña a su casa e inmediatamente llamaron al número de emergencias.
Lo tuvo claro en cuanto lo vio aparecer por la puerta. El padre de aquella criatura no era otro que Marcos y para éste tampoco resultó desconocido. Antes de que se la llevaran en la ambulancia, la niña le dio un abrazo, uno de esos que permanecen por siempre arraigados al alma.

La familia dejó de creer en la medicina y se mudó a un pueblo de montaña donde poder vivir el poco tiempo que predecían le quedaba al pequeño.
Las canas poblaron su cabello entre consulta y consulta hasta el día de su jubilación. Entonces decidió pasar una temporada viajando por su país.
Caminaba por un pequeño pueblo de montaña cuando empezó a escuchar unos gritos desgarradores. Su instinto le llevó hasta una niña que acababa de caerse de un árbol y tenía una seria herida en la pierna. No tenía el material apropiado pero hizo todo lo que pudo para detener la hemorragia. Llevó a la niña a su casa e inmediatamente llamaron al número de emergencias.
Lo tuvo claro en cuanto lo vio aparecer por la puerta. El padre de aquella criatura no era otro que Marcos y para éste tampoco resultó desconocido. Antes de que se la llevaran en la ambulancia, la niña le dio un abrazo, uno de esos que permanecen por siempre arraigados al alma.
¡Que tierno y emotivo! 😉😉
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