viernes, 30 de abril de 2021

¿Puede ser ella?

Dormía encogida y caminaba dando brincos. Margarita dibujaba un pentagrama en la esquina superior derecha de cada página de su cuaderno de recetas. Se recogía el pelo en una trenza para estar por casa y dejaba su melena suelta para salir a la calle.

Se movía por la ciudad en patinete, excepto los días de lluvia; entonces se enfundaba su chubasquero violeta y unas botas de agua transparentes para que los viandantes pudieran ver sus calcetines desparejados. No se tomaba tiempo en combinar su vestuario. Su habitación estaba impoluta y cuidaba cada detalle con precisión.

Salía a correr tempranito todas las mañanas y desayunaba una buena tostada untada con chocolate. Las noches de fiesta las prefería de jueves a sábado, pero tampoco buscaba excusas si surgía la oportunidad cualquier otro día.

Margarita estudiaba ingeniería aeronáutica e impartía clases de ballet a niños en situación de vulnerabilidad. Se había independizado a los dieciocho años y le preparaba la comida a sus abuelos una vez por semana. Había adoptado un perro y un gato.

Estaba planeando un viaje por la costa argentina con un grupo de amigas del colegio. Tonteaba con un chico que había conocido en una excursión a la montaña, pero Margarita no quería nada serio en aquel momento.

Su sonrisa calmaba pero no dudaba en sacar el mal genio si la tocaban las narices. Tenía paciencia para todo menos para el papeleo administrativo. A veces pedía ayuda cuando no se encontraba bien emocionalmente.  Mandaba postales sin firmar cuando pasaba demasiado tiempo sin hablar con alguien a quien apreciaba.

Así que no, no tengo claro que haya sido capaz de hacer algo así.

viernes, 23 de abril de 2021

Veneno de cada día

Escapan de los sueños, de un paseo por el bosque o la ciudad. Escapan de un enfado en casa, de unos extraños en el tren o el supermercado. Escapan y se acercan a mí. A veces con timidez. A veces como una hoja al viento que se quiere marchar demasiado deprisa. A veces trepan por mi espalda y se incrustan bajo la piel.

Dejo que se instalen en algún rincón de mi consciencia. Las escucho. No siempre. Merecen mi atención pero deben saber cuál es su lugar. Tratan de sobornar a las más débiles. No siempre lo consiguen. Se alían entre ellas y pelean en una guerra no declarada. Finjo que no dejan cicatrices.

Solo algunas juegan entre mis dedos. Solo algunas cruzan la frontera y se convierten en un amasijo de palabras. Solo algunas llegan a los labios.

lunes, 19 de abril de 2021

"Lugar de residencia"

Entiéndase lugar de residencia como el espacio en que se vive. Quizá una casa. No siempre un hogar.

Iniciábamos el mes de febrero de 2020 con una nueva mudanza. Lenka, Sabine y yo íbamos a vivir en una especie de residencia de estudiantes. Se trataba de un hotel en la línea de costa que alquilaba habitaciones en sus edificios más viejos. Fue una experiencia... que afortunadamente solo duró cuatro semanas.

Nuestra habitación contaba con tres camas, dos mesillas junto a éstas, un armarito en el obviamente no entraba la ropa para un año de tres personas (por lo que básicamente colgamos tres cosillas y lo demás siguió dentro la maleta o en cajas que nos había dejado la asociación), una silla de plástico transparente, un escritorio con una pequeña televisión (que no creo que llegáramos a utilizar nunca) y una tetera pero sin tazas, una mesita redonda de té junto a dos sillas ligeramente incómodas, y un sillón verde típico de hotel tapizado y desgastado. Teníamos también nuestro propio baño. Había solo una ventana y por la posición del edificio apenas nos entraba luz (podía haber forzado la edición de la foto pero necesitaba ser honesta a la realidad). El cabecero de nuestras camas estaba situado en la pared que comunicaba con una escuela de danza con clases diarias desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche.

El desayuno y la cena estaban incluidos en el alojamiento en unos horarios determinados. Si ibas a cenar en otro momento tenías que reservarla y tener mucha suerte para encontrar a alguien que pudiera dártela cuando llegaras cansado de trabajar. Las comidas... había dos microondas que funcionaban alguna vez.

Lo bueno, lo fascinante, es que literalmente en dos minutos estabas pisando la arena de la playa. En mi desesperación, me dio por correr junto al mar antes de irme a trabajar...

A trabajar... a veces se me olvida que era solo un voluntariado... supongo que porque no fue solo un voluntariado. Estuve muy apoyada por el equipo de mi oficina y los jóvenes con los que trabajamos me hacían olvidar que en algún momento del día tenía que regresar a mi "lugar de residencia".

miércoles, 14 de abril de 2021

Amantes

 Perdidos en el mar,
arrastrados por la corriente
sin oponer resistencia.

Ola tras ola,
temporal tras temporal.

¿Hasta cuándo?
Ayer daba igual.
Siempre me interesaron
los tiempos del azar.

¿Y la niebla?
Te quiere acompañar.

¿Y el viento?
Es tu invitado.

¿Y si el día está despejado?
Ese es el final.

sábado, 10 de abril de 2021

Vértigo

A veces bastaba con volver a aquella niña que le tenía miedo al agua y quería ser sirena. Se acercaba lentamente a la orilla y apretaba los ojos muy fuerte. Esperaba pacientemente el mordisco del mar. Pasados varios minutos sin haber sentido nada, abría el ojo derecho y comprobaba que el agua aún estaba a varios metros de su cuerpecito.

Entonces daba un paso minúsculo y volvía a apretar los ojos. Los dedos de sus pies escarbaban en la arena impacientes. Como seguía sin llegar el lametón, abría el ojo derecho y comprobaba que el agua aún estaba a varios metros de su cuerpecito. Daba otro paso minúsculo y repetía la operación un máximo de tres veces.

Cansada de no recibir nada más que la amenaza sonora del océano, respiraba profundamente en el sitio antes de dar un grito de guerra y correr salvaje hacia las olas. Pasaba tanto tiempo en remojo que al salir pensaba que se había transformado en su abuela a juzgar por sus manos arrugadas.

Aún a veces jugaba a ser aquella niña que le tenía miedo al agua y lograba bucear como una sirena. Aunque viviera a cientos de kilómetros del agua salada.

martes, 6 de abril de 2021

Cuando llegue el momento

Llévame al mar y no me cuentes que me voy a ahogar, que las estrellas en el firmamento son los ángeles que he querido salvar.

Llévame al mar y déjame en la arena hasta que mis entrañas sepan que ya puedo volver a navegar.

Llévame al mar y espera a que la espuma recubra mis ojos para ver los lienzos que no he querido pintar

Llévame al mar y siente cada ola mancillar mi cuerpo como otros lo hicieron antes de que aprendiera a caminar.

Llévame al mar y despídete de mi recuerdo de sal, deja que mis gritos acompañen la melodía inconclusa que me hicieron cantar.

Llévame al mar y cuando me hayas olvidado, pídele a las sirenas ver mi cuerpo amortajado. Hazme volver y aléjame del océano.

viernes, 2 de abril de 2021

Se ha acabado

Decir que era cabezota era menospreciar cuánto se empeñaba en hacer lo que quería.

Habían estado más de dos meses hablando de la fiesta de aquel fin de semana. Leire se había encargado de que todo fuera perfecto. Sus enormes ojos verdes no dejaron al azar ni el más mínimo detalle.

Los invitados comenzaron a llegar antes de lo previsto y, aún en chándal, Leire brincaba sonriente de un lado para otro encandilando a todos con su pelo rizado.

Fue un par de horas después, cuando la música sonaba a todo volumen y las copas de vino se llenaban y vaciaban con la misma facilidad, cuando las carcajadas se mezclaban con el humo de la barbacoa, entonces Leire se detuvo en mitad del balcón y permaneció inmóvil con el rostro serio.

-Se me ha acabado, tengo que ir a comprarlo ahora. El jueves que viene... lo necesito.

Y cogió su chaqueta y salió de la casa sin que nadie fuera capaz de detenerla, ni tan siquiera entender qué sucedía.

Leire paseó su mirada salvaje por las calles vacías, sin vacilar en sus pasos y sin dirigirse a ningún lugar concreto. Habían sido días maravillosos, pero ahora solo podía caminar y no recocer la ciudad en la que estaba viviendo.

Para cuando regresó a la fiesta, ya había decidido que debía mudarse de nuevo y que aquella había sido la mejor fiesta en la que jamás hubiera estado.