viernes, 2 de abril de 2021

Se ha acabado

Decir que era cabezota era menospreciar cuánto se empeñaba en hacer lo que quería.

Habían estado más de dos meses hablando de la fiesta de aquel fin de semana. Leire se había encargado de que todo fuera perfecto. Sus enormes ojos verdes no dejaron al azar ni el más mínimo detalle.

Los invitados comenzaron a llegar antes de lo previsto y, aún en chándal, Leire brincaba sonriente de un lado para otro encandilando a todos con su pelo rizado.

Fue un par de horas después, cuando la música sonaba a todo volumen y las copas de vino se llenaban y vaciaban con la misma facilidad, cuando las carcajadas se mezclaban con el humo de la barbacoa, entonces Leire se detuvo en mitad del balcón y permaneció inmóvil con el rostro serio.

-Se me ha acabado, tengo que ir a comprarlo ahora. El jueves que viene... lo necesito.

Y cogió su chaqueta y salió de la casa sin que nadie fuera capaz de detenerla, ni tan siquiera entender qué sucedía.

Leire paseó su mirada salvaje por las calles vacías, sin vacilar en sus pasos y sin dirigirse a ningún lugar concreto. Habían sido días maravillosos, pero ahora solo podía caminar y no recocer la ciudad en la que estaba viviendo.

Para cuando regresó a la fiesta, ya había decidido que debía mudarse de nuevo y que aquella había sido la mejor fiesta en la que jamás hubiera estado.

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