miércoles, 6 de octubre de 2021

Volver sin regresar

El lunes volví a casa. Volví a Inglaterra desde un rincón de mi habitación en España. Volví a ellos. Supongo que de alguna manera volví a mí también. Volví y fue diferente, porque ya había regresado a lo largo de estos trece meses, y al apagar el ordenador seguía quedando la frustración de haber tomado decisiones sin pensarlas con detenimiento.

Volví a aquellos primeros días en que me costaba seguir toda la conversación en inglés. Volví a aquellos días en que descubría que sí me estaba enterando de lo que se hablaba. Volví a aquellos primeros días de pandemia en que experimentamos el cansancio físico de Zoom. Volví a aquellos días en que desaparecían todas las demás circunstancias y disfrutaba dos horas de su compañía. Volví y al apagar el ordenador "solo" quedaba la felicidad de estar haciendo voluntariado con ellos.

Ayer por la mañana hablé con otra voluntaria y daba la casualidad de que las dos el viernes estuvimos cada una en nuestra ciudad paseando sin descanso enfrascadas en los finales. También llegamos a la misma conclusión: aunque no nos demos cuenta, hemos hecho que todo cambiara, y hemos sido nosotras las que hemos hecho por cambiarlo, para lo malo y sobre todo para lo bueno. Y eso es para sentirse orgulloso por mucho que cueste cerrar la etapa.

Por la tarde me dieron la oportunidad de estar otro ratito online en una de las sesiones de mi querida asociación. Ellos estaban allí, en la oficina en que tantas horas pasé. Y se escuchaba de fondo el jaleo de la sesión. Volví a hablar ahora sin miedo a mi imperfecto inglés y me sentí muy feliz. Volví a aquel día de enero en que, como quien no quiere la cosa y sin pensar con detenimiento, decidí aplicar a un voluntariado del que apenas tenía información. Volví y al apagar el ordenador la pantalla quedó encendida.

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