lunes, 31 de julio de 2023

El viajante

Sé que no eras tú. Pero me hubiera gustado.

Volvía de trabajar y estaba molida. Me podría haber quedado dormida de pie. Ni siqueira sé cómo es que no ha pasado ya. Pero no aquel día.

Te vi de lado. Sentado en el tren. Cabeceando adormilado. Igual de joven que entonces. Eran tus pestañas largas y tu nariz achatada. Tu pelo. Corto. Oh, tu pelo.

Daban las once de la noche y el vagón iba a rebosar. Pero sólo existían tú en ese momento.

Tú y mis recuerdos.

Aunque fuera imposible.

Estuve a punto de llamarte por tu nombre. Gritarlo y hacerle saber a todo el vagón que te conocía. Quise que me miraran raro y cuchichearan. Que me etiquetaran como una loca.

Quise preguntarte qué era de tu vida. Si acabaste la carrera. Si te fuiste a Tailandia. Si tus padres estaban bien.

Si alguna vez me habías echado de menos.

Juro que, aún sabiendo que no podía ser, desee que me siguieras el rollo. Quería escuchar una mentira tras otra. Incluso lo que no encajara con tu forma de ser.

Entonces la chica a tu lado te despertó. Hablasteis en perfecto español y te levantaste aturdido.

Era tu voz. Grave. Aún aniñada. La cadencia de tus palabras. El tono casi aburrido pero enérgico.

Pensé que la había olvidado.

Os abristeis paso a duras penas entre el resto de pasajeros. El tren paró haciéndonos desequilibrar un instante.

Justo antes de bajar me miraste.

Eran tus ojos.

Me sonreíste.

Era tu sonrisa.

Si alguna vez en la vida creí en la reencarnación, fue en aquel momento.

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