viernes, 7 de febrero de 2025

La puerta abierta - Algo no está bien - 1

Rocío lleva cinco años viviendo en el piso. Justo cinco. Cinco años con sus siete trabajos de mierda, dos normalitos y uno prometedor pero de escaso rédito económico, un novio formal y un par de ligues de una noche. Es su pequeño palacio de cristal y su selva impenetrable. Porque le encanta la calma que se respira aunque lo cierto es que hay semanas en que apenas la pisa más que para dormir.

Cómodo, espacioso y céntrico. Simplemente perfecto. A veces un poco solitario. Le gustaría colgar de una vez los cuadros que le regalaron sus padres cuando se mudó por primera vez, y las pinturas que ha ido creando y que sin duda la representan… pero no tanto. Le gustaría comprar algún mueble más para que no esté todo amontado, pero ya si eso otro día.

Ha llegado a casa hace quince minutos. Ha soltado el abrigo sobre el sofá, se ha preparado un té y se ha sentado en una silla de la cocina. Está cansada. Ha sido su primer día como responsable de marketing y redes sociales de un mercadillo navideño que abrirán próximamente. Todavía no tiene claro si encajará en la categoría de trabajo de mierda o en la de normalito; el sueldo está bien y los compañeros parecen majetes, pero el primer día no cuenta, lo tiene comprobadísimo. En cualquier caso, serán solo unas semanas.

Piensa que debería abrir el ordenador para actualizar su cv y buscar nuevas ofertas. Pero se siente adormilada y hay algo que… o sea, desde que ha entrado en la casa, no sabe concretar qué es, pero hay algo que no le encaja. Huele… ¿como siempre? A lo mejor no se ha dado cuenta y tiene alguna mandarina estropeada. No, no es el olor.

Sorbe un poco de té y se pone en pie. Comprueba el frutero. Que no, no es eso. Hace más frio de lo habitual. ¿Lo hace?. Se pasea entre la cocina y el salón. Va al baño. Comprueba que el pestillo de la puerta de la calle está cerrado. Se descalza, deja las botas en mitad del pasillo y se pone las zapatillas de estar por casa. No está a gusto. Por un momento piensa que su cabeza se ha sumido inconsciente en un giro emocional y debe mudarse de nuevo, lo típico de haberte acostumbrado a la rutina y necesitar un cambio. Un gran cambio. Pero no, tampoco es eso.

Regresa a la cocina y bebe un poco más. Gira la cabeza hacia el dormitorio. No puede evitar la sorpresa: la puerta del trastero está ligeramente abierta. Ella jamás la ha abierto. Jamás. No ha tenido necesidad. Parece difícil que en cinco años no se le haya ocurrido meter allí algo de ropa o algún trasto en desuso, pero le pareció un espacio tétrico cuando visitó el piso por primera vez y no ha querido meter nada. Y ahora está abierta y no por su acción.

Continúa con "Algo está pasando"

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