La semana pasada estuve viendo "Los gigantes de la montaña", una pieza de AlmaViva Teatro partiendo de la obra homónima de Luigi Pirandello. A excepción de la escenografía, ni lo entendí, ni lo disfruté.
En primer lugar, mientras está pasando público, con cierta "sutileza" los actores se pasean tomando o recolocando el atrezzo. La idea puede ser interesante si está bien ejecutada, pero cuando ves al actor tomando un paraguas observándolo y devolviéndolo al mismo lugar, llega el siguiente y hace poco más pero cumpliendo con su "presencia" de actor, no tiene ningún sentido.
En cuanto al texto, recuerda en ciertos aspectos a "Seis personajes en busca de autor" del mismo dramaturgo, y de la misma manera que me pasó con esto, aprecio buenas ideas pero no una buena dramaturgia; se me hace densa en su metanarrativa y, en la versión escénica concretamente, con un diálogo constante que aturrulla los oídos. Quiero decir, a veces es interesante cómo juega con la polifonía de los distintos personajes, pero ante todo, no hay silencios, no hay apenas pausas, y eso, al menos bajo mi punto de vista, cansa.
A nivel interpretativo descubrí un par de caras nuevas, que no jóvenes, y eso siempre es reseñable. Apreció, en todos ellos, eso sí, el trabajo con el cuerpo y la dificultad añadida en el hall del teatro, de estar iluminando a los compañeros con una linterna. Entiéndase que habían instalado focos, pero igualmente se recurría a las linternas a modo de puntuales. De nuevo, creo que una idea interesante pero no considero personalmente que tan bien ejecutada, sobre todo por la cantidad de veces que la luz enfocaba al público.
La iluminación en ese primer espacio me defraudó notablemente, cuando pasaron a la sala convencional sí había un diseño potente, pero como para no lograrlo con tantísimos focos.
El punto a favor estuvo para mí en la escenografía, pocas veces me habrá sucedido esto pero fue lo que más me atrajo de la propuesta. En el primer espacio había una serie de espejos de superficie algo difusa rodeando una columna, y por delante unas prácticas cajas de las que sacar vestuario y utilería varia; sencillo y poético. En el segundo, nos encontramos con todo un frente de ropa blanca colgada en sus perchas y apenas tres sillas. De nuevo, sencillo pero poético.
En definitiva, lo sentí como un batiburrillo de elementos interesantes por separado que al juntarse caen en picado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario