jueves, 29 de junio de 2017

Las exequias de la memoria

¿Por qué vamos a los cementerios si no vamos a ver a los muertos?

En La chica desconocida (La fille inconnue, Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne, 2016) se plantea, entre otros temas, la importancia de la identidad durante el entierro. La protagonista no sabe, no conoce a una chica que ha fallecido recientemente, y sin embargo, se va a empeñar en que la policía le de un nombre, que su desaparición de la tierra no lleve asociada su muerte del recuerdo de quienes la conocieron.

Es cierto que tan sólo se trata del reconocimiento de la identidad de un ser querido en unas letras grabadas sobre mármol, pero es quizá la manera de que perdure en la memoria.

Yo ya lo aprendí hace tiempo, el mejor recuerdo de una persona es el de un día cualquiera compartiendo un instante, una mirada, un abrazo, lo cotidiano que no por ello menos bello. De la noche a la mañana esa persona puede desaparecer y la memoria va a ser traicionera, pero sabes que su nombre va acompañado de una identidad, de una sonrisa particular que lo hace diferente a los demás independientemente del número del DNI.

Y recuerdo entonces Nuestro último verano en Escocia (What we did on our holiday, Andy Hamilton y Guy Jenkin, 2014). La película plantea cuanto de significativo tiene el lugar de entierro. Para los adultos la perfección de los actos debe estar a la altura de lo que la sociedad espera mientras que para los niños sólo es relevante la protección de la identidad del abuelo.

Me pregunto si el día de mañana alguien habrá comprendido mi identidad y sabrá qué hacer para que no desaparezca de su memoria.

viernes, 16 de junio de 2017

No puedo hacerlo

Si algo me ha enseñado tanto la interpretación como las clases de doblaje es que nada es imposible. Y probablemente sea cierto, pero hay momentos en que no cabe más que decir "no puedo hacerlo". No niego que no haya ocasiones en que sea una frase-excusa para no intentarlo, que quizá la pereza se convierta en un sustituto del miedo o del desconocimiento en según qué situaciones, pero también creo fielmente en la imposibilidad e incapacidad para enfrentarse a ciertos problemas; al menos sin pedir ayuda.

Reconozco haberme agobiado y tratar de solucionarlo por mis propios medios para acabar estropeando aún más la situación. Lo mismo era una estupidez, pero cuando de verdad te preocupa algo, no importa cual sea su procedencia, hay que solucionarlo y punto.

Te da por pensar y llegas a sentir que te encuentras sólo, mirando al oscuro infinito y sin una pizca de aliento para seguir corriendo; en el cielo surgen estrellas que te animan a continuar, pero en ningún momento llega el impulso de una mano en la espalda que te acompañe unos metros. Me da igual si se trata de exámenes, de salud, de economía o de líos amorosos: para, respira y habla. Hay que gritar, decirle al viento que has alcanzado el límite y que necesitas ayuda. No creo que haya nadie en el mundo sin un amigo socorrista. Vivimos en sociedad, ¿no?

Es sencillo: pararse para reconocer la situación, los errores y los aciertos; recuperar el resuello con una inspiración profunda y, sobre todo, hablar, ¡¡que para algo que caracteriza al ser humano no vayamos a desperdiciarlo!!

A lo mejor la solución son unas cuidadas palabras de cariño, una escapada o algo más serio. De nuevo, eso es lo de menos, porque cada corazón es único y precisa unos cuidados diferentes, pero lo principal es que sean escuchadas sus arritmias, primero por uno mismo, y, si es preciso, con un personal cualificado, aunque no sea sencillo dar el paso.

La verdad es que pensándolo detenidamente, no se me ocurre nada imposible si sabes en quien encontrar un mensaje esperanzador.

Sueños

Sueño con rosas blancas, negras y doradas
Sueño que me habla la luna
Sueño que estoy atrapada entre tus besos
Sueño con palabras desterradas
Sueño que soy aurora de mil recuerdos
Sueño que estoy en tu mirada
Sueño con una dama que es mariposa
Sueño que voy bajando por cuestas llanas
Sueño que le doy un abrazo al tiempo
Sueño con una sonrisa eterna

Sueño que estoy haciendo sueños





13-06-2017
Propuesta de escritura a partir del poema Sueños de Nicanor Parra.

domingo, 11 de junio de 2017

Melodía del pasado

No sabía porqué pero aquella canción siempre me hacía llorar, y aún después de varios años escuchándola, me producía la misma sensación sin que pudiera explicarlo.

Con el primer acorde dejaba lo que tuviera entre manos y la vista se me nublaba. Antes de que fuera consciente de ello tenía los ojos cerrados y la mente en blanco. En alguna ocasión lograba tararear la letra y siempre, siempre, en los últimos segundos de la parte instrumental, una única lágrima recorría mi mejilla izquierda.

Después precisaba de un par de minutos para recuperarme, y aún así, no retornaba al estado inicial: mi corazón se ablandaba y tenía dificultades para que surgiera una sonrisa; tan sólo quería dormir.

Por eso cuando comenzó a sonar en el ordenador de mi hermana y tardé un buen rato en reconocerla, supe que estaba en medio de una transformación sin vuelta atrás y que, en el fondo, me resultaba de lo más repugnante. Aquello sólo podía significar que me pudría por dentro, que me estaba matando poco a poco. Sin embargo, ya había dado el paso.


Relato creado a partir de la canción
Ya te lo decía yo (Ester Rodriguez)
BSO Los Miércoles no existen (Peris Romano, 2015)