Ya no era una muchachita que correteaba por los pasillos con las trenzas siempre despeinadas. Ni siquiera ya podía quedarse en la cama mientras su abuela se afanaba en buscar cubos para las incontables goteras. Sin embargo, el repiqueteo de las gotas en cada charco que se formaba en el patio, seguía produciéndola la misma calma. Y el mismo mal humor. Adoraba la lluvia, era muy necesaria, pero detestaba cuando el cielo aguardaba durante semanas hasta que ella ponía un pie en su pueblecito. Y ya pasarán quince o treinta años, que ella seguiría esperando impaciente junto a la ventana, entre la calma y la agonía.
Hay un instante en que el corazón se acelera y el estómago se llena de mariposas. Es amor... pero no como piensas. Escribir, leer,... vivir la cultura y no ser capaz de abandonarla. Me encantan las matemáticas pero amo el arte. Me gusta el cine pero amo el teatro. Sueño despierta porque la realidad en ocasiones me aburre. Me llamo Sara y quiero sentir.
martes, 28 de noviembre de 2017
martes, 21 de noviembre de 2017
Y decía: La vida es sueño
Comienzan a llegar los de la sesión de las cinco. A veces les ayudo con su escenografía: una silla y un botón... ¡Es increíble cuanto puedes imaginar cuando no hay dinero! La cuestión es que al público le encanta aunque comienza a haber críticas por el final según se van volviendo más populares, lo que en realidad es algo positivo.
El pasillo se ha llenado de locos que dicen calentar su voz. Yo sí que les voy a calentar la cara como no aparezca la caja del atrezzo. Calva me van a dejar. Sí, parece imposible pero todo va a la perfección en cuanto se suben al escenario.
Y lo tranquilito que se queda esto... Hora de recuperar la vida privada. Aunque... debería empezar a pensar en cómo...
Tuve un sueño: nuestro pequeño teatro se hacía más grande que nosotros. ¡Papel y boli, corre.... esa es una idea brillante! Porque claro, si muevo la función de la sala minúscula a la sala más pequeña... Que digo yo que son las cuatro de la mañana y ya va siendo hora de dormir.
Tuve una pesadilla. No quiero hablar. ¿Anoche cené? Claro, eso lo explica todo. ¿Pero qué es esto? Menuda mierda de idea.
No hay café. Han llegado ya lo nuevos e incluso parecen formalitos. ¡Empezamos! Así que sustituir a tres actores y encontrar financiación para los de amateur. ¡Eso está chupado! ¿Y estos otros? Por mucho que crean ser cabras no pueden comportarse como animales.
¡¡¡Vamos a ver, que una productora no es nada sin su móvil!!!
¿Y dices que es necesario comer para sobrevivir?
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24 horas en la vida de un personaje
martes, 7 de noviembre de 2017
Poesía en el cine
"Cuando las cosas llegan a los centros no hay quien las arranque", escribía Lorca en Bodas de sangre (1931). Y eso es lo que me pasa cada vez que me acerco al poeta granadino. Da igual el formato, te toca muy dentro.
Hace poco revisioné La novia (Paula Ortiz, 2015) y me acosté con la emoción a flor de piel. No será una película que guste a todo el público, pero desde luego que a mí me tiene ganada y será por siempre un referente.
Y en esa "sublimación de las formas", tal y como explica en diversas entrevistas su propia directora, comienzan a cobrar importancia los símbolos, cimiento poético de una obra que, recordemos, es audiovisual. Paula Ortiz convierte las palabras del dolor en imágenes cuya belleza supera toda tragedia. Ya se dijo en su momento y no puedo estar más de acuerdo, La novia es una fábula poética trágica, pero tremendamente hermosa. Mucho de eso se lo debe a la dirección de fotografía. En mi admiración por el color de la imagen, esta película combina a la perfección la calidez del fuego de la hoguera y el frío de la noche, acompañando las sensaciones de la novia y augurándonos su destino.
La composición del plano se erige entre todos estos elementos para que la experiencia sensorial sea aún mayor y el valor que le otorga al deseo nos llegue sin apenas darnos cuenta. Se plasma en esa última escena en que la novia pide que la maten. La culpa sobrevuela la mirada de todos los personajes y las palabras brotan en una fascinante dirección de actores.
con un cuchillito que apenas cabe en la mano,
pero que penetra fino
por las carnes asombradas
y que se para en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.

Quien más quien menos, tendrá un conococimiento mínimo de lo que cuenta Bodas de Sangre. En ese aspecto, se trata de una adaptación bastante fiel en la que la tragedia se masca desde los primeros planos a través de una elección de montaje muy inteligente, que evidencia el tono abriendo la película con la novia revolviéndose en el barro con el vestido de boda ensangrentado.
Clave es también la distancia entre la cámara y los distintos personajes. Hay una escena verdaderamente asombrosa en este aspecto. La novia busca a Leonardo y tras un muro se dicen lo que de verdad sienten. Ellos susurran y se estremecen por la fuerza de sus emociones y el espectador recibe esa corporeidad del sentimiento.

La composición del plano se erige entre todos estos elementos para que la experiencia sensorial sea aún mayor y el valor que le otorga al deseo nos llegue sin apenas darnos cuenta. Se plasma en esa última escena en que la novia pide que la maten. La culpa sobrevuela la mirada de todos los personajes y las palabras brotan en una fascinante dirección de actores.
pero que penetra fino
por las carnes asombradas
y que se para en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.
Es verso, sí, pero casi nunca eres consciente de ello porque es una pieza más del puzle, una armoniosa película en la que queda patente la maestría de su directora. Eso también, la fuerza de las mujeres está presente en la misma elección de perseguir a la novia en cada una de sus dudas, en cada uno de sus deseos.
No se me ocurre mejor manera de abandonar este placer de los sentidos que, de nuevo, con unos versos que, si bien ya Lorca dibujó en la belleza, Paula Ortiz enmarca en la perfección, aunque no toda la miel se hizo para la boca del asno.
Novia: tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes.
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