viernes, 31 de agosto de 2018

Declaración de intenciones

Terminando el año, llega el momento de recapitular. Sí, ya sé que lo que finaliza es el mes de agosto, pero para mí, y a día de hoy, los años me los marca el final del verano, y en concreto la llegada de septiembre.

Lo bueno se acaba... hasta que regrese.

No tengo claro hasta qué punto he cumplido las promesas que me hice hace un año. Por lo pronto me propuse no escribir tanto en el blog en primera persona... no, está claro que no lo he cumplido, pero porque he decidido que como escribo lo que quiero sin que nadie me obligue, ¿por qué no iba a hacerlo de vez en cuando desde el yo? Eso sí, también tengo que reconocer que no siempre hablo desde mi persona sino desde personajes, he ahí la cuestión principal del arte de la literatura.

Ahora mismo me siento fuerte. Evidentemente estaba muy a gusto en el pueblo y sin una pizca de ganas de regresar a la civilización. Sigue sin gustarme la idea pese a que sé que el tiempo pasa y todo llega, lo cual también es algo positivo, porque antes de que me quiera dar cuenta allí estaré de nuevo, o al menos esa es mi idea.

Habrá momentos malos por más que los quiera evitar. Quiero que lleguen para darme cuenta de que hoy he sonreído y que habrá una mañana tormentosa que parezca no tener fin, pero que termine por transformarse en una noche llega de estrellas, esas que hoy la contaminación también me impide ver. Ahora, sé que, las vea o no, siempre están allí arriba.

Este año quiero escribir. No, quiero disfrutar de cada una de las palabras que salgan de mi puño: sentirlas, sufrirlas, rechazarlas,... vivirlas.

Veremos qué pasa en realidad cuando los nuevos vientos me acaricien.

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