La película Oreina (ciervo), dirigida por Koldo Almandoz compitió en la 66 edición del Festival de San Sebastián en la categoría de Nuevos Directores. Obtuvo el premio del cine vasco.

Más allá de la descripción oficial que se hace de ella señalando a Khalil, un joven de la periferia que se gana la vida como puede, los verdaderos protagonistas para mí son dos hermanos que comparten casa junto a la marisma pero que llevan años sin hablarse. Esa relación es muy interesante a partir de cómo, pese a sus disputas, ambos muestran su cariño a Khalil.
Mi acercamiento a este film fue un poco contradictorio porque creo que se presentó demasiado como una historia argumental, una ficción narrativa, y creo que su mayor baza está en el documental, sin llegar a tener ese reconocimiento como tal puesto que seguimos a dos personajes inventados. Juega entre los dos estilos sin decidirse por ninguno, por lo que tampoco llegan a destacarse las características de ninguno de ellos. Es cierto que tiene partes muy evocadoras en esa parte más documental con la ría, el propio paisaje natural de la comarca,... pero al final es como que te dan un caramelo para quitártelo al instante. Si bien esto es algo que no oculta, la película sugiere muchos temas pero sin hacer un especial hincapié en ninguno, sin juzgar.
También es fundamental señalar que todo se argumenta en torno al paso del tiempo, como esa imagen super interesante en que vemos cómo en la ría conviven las barcas tradicionales que salen a pescar y la gente que practica paddle surf. Este choque entre tradición y modernidad se produce también en los protagonistas. Khalil llega a este pueblo en busca de un futuro mejor mientras que los personajes autóctonos sienten el pueblo como una jaula de la que necesitan escapar porque no tienen futuro. Y todo esto se cuenta con muy poco diálogo como parte de esa estrategia de incomunicación en la que se sitúan todos ellos. Es un trabajo de experimentación que quizá no termina de encontrar su fluidez rítmica.

En el coloquio su director señaló algo muy frecuente en las películas del festival y que sin duda en su film es muy relevante, y es que presenta un final muy abierto en el que es muy dificil llegar a ninguna conclusión, pero como él decía, la vida misma es así. Él no señala el camino que debes pensar si no que te da el contexto de unos personajes y es el espectador el que tiene que pensar, establecer sus conclusiones. Estoy completamente de acuerdo pero también creo que esto puede echar atrás a muchos espectadores, algo que se señala desde muchos aspectos, por lo que me parece una película muy honesta en ese sentido de saber que va a llegar a un público muy reducido, algo que directamente se aprecia en la propia trayectoria de Koldo.

De nuevo, no creo que sea una película para todos los públicos, pero tiene elementos que la hacen interesante. Como docuficción (no declarado) nos muestra una realidad social del extrarradio de la ciudad que combina con unos paisajes naturales entre los cuales se establecen relaciones que hablan más allá de los personajes.
Webgrafía:
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