Dos huellas
olvidadas
en la arena
y una rosa prófuga
del miedo anegado
por mis labios.
Guardé sobre mi celda
los fantasmas
de una realidad ajena,
póstuma.
Recuerdos olvidados
en el hielo vespertino.
Atravesé la lanza
que cicatriza las mentiras
de caricias sin testigos.
en el hielo vespertino.
Atravesé la lanza
que cicatriza las mentiras
de caricias sin testigos.
Lancé a la marejada
la libertad que habita
el sueño arrepentido.
Entregué la piel dorada
con sal en las heridas
del cuerpo huido.
la libertad que habita
el sueño arrepentido.
Entregué la piel dorada
con sal en las heridas
del cuerpo huido.
Y al despertar
otros sueños
contaron la verdad:
no hay besos
en palabras añejas.
no hay besos
en palabras añejas.
Un extraño en la distancia
ya no evoca la tormenta
de una voz marchita
que devoró la espera.
Miradas forzadas
atraviesan ya la bruma
que sentenció el fuego.
atraviesan ya la bruma
que sentenció el fuego.
En la madrugada
habita la cordura
de nuestro invierno.
08-11-2018
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