martes, 5 de febrero de 2019

Corrupción en ficción y no es un informativo

La película El reino (Rodrigo Sorogoyen, 2018) compitió en sección oficial de la última edición del Festival de Cine de San Sebastián y se estrenó a finales de Septiembre del pasado año en la gran pantalla. Más recientemente ha sido galardonada con hasta siete premios Goya entre los que se incluye el de mejor dirección, interpretación masculina para Antonio de la Torre. Habra quienes quizá por eso piensen que se trata de una película academicista pero nada más lejos de la realidad. Su estructura sin altibajos y mantiendo el interés continuamente no cae por ello en evidencias mientras que los diálogos creados por Sorogoyen e Isabel Peña (co-guionista de todas sus películas) son tan naturales que no parecieran estar escritos sino improvisados.

Desde luego que en este sentido no se puede aludir exclusivamente al guion pues también aportan mucho los propios actores. Si bien se ha señalado en numerosas medios la labor del protagonista, es una película de secundarios. Especialmente señalados quedan Luis Zahera (merecidamente reconocido con el Goya de interpretación de reparto) cuya escena en el balcón poniéndose rojo resulta espectacular (ya tuve oportunidad de verle en el teatro y no creía que pudiera sorprenderme más, pues ala) y en el aspecto femenino quizá se haya señalado bastante más el papel de Ana Wagner pero personalmente considero el trabajo de Barbara Lennie más sobresaliente. Interpreta a una periodista desde la perspectiva de la sensibilidad y la fortaleza más allá del drama. Además, refleja el trabajo de la mujer en el medio televisivo y las dificultades a las que se enfrenta, pero sin llevarlo a una concepción de personaje simplista.

Por ello es una película comprometida con la sociedad en muchos aspectos. Y aunque es cierto que muchos han criticado la cobardía de no aludir directamente a nombres o siglas de políticos reales, al final es lo de menos porque la corrupción está presente en todos. ¿De verdad iba a aportar algo a la trama el echo de aludir a tal o cual partido? No lo creo. Además, lo relevante está en la propia crítica y el hablar de ello. No sé en cine porque no es una temática que hasta ahora me atrajera, pero en la ficción televisión reciente es muy poco aludido. La embajada (Antena 3, 2016) retrataba la vida personal y profesional de un diplomático corrupto y aunque se inició con muy buena audiencia terminó pinchando y pocos serán los que la recuerden. Cuerpo de élite (Antena 3, 2018) vivió una situación similar y abrió tantos frentes que quizá fuera una de las razones para cancerla. Es decir, que al final el hablar de corrupción es un riesgo y aquí pese a esa falta ha de reconocerse su buen hacer.

Quizá el aspecto por el que más llama la atención es por el tratamiento que da en sí del tema. Lo fácil habría sido llevarlo por camino de culpabilidad pero muestra personajes que toman decisiones que no son acertadas y cuando la pelota se hace tan grande ya no se puede parar. No es cuestión de buenos y malos, tampoco busca posicionarse. Muestra unas cartas sin hacer elegir ni marcar caminos y sobre todo promueve la reflexión ya no solo desde la perspectiva de los políticos. Hay una escena brillante en que un personaje paga una consumición en un bar y recibe como cambio más dinero del que debe pero no por ello lo devuelve. Una escena muy sencilla a la que estamos acostumbrados en la vida real y que por el contrario llama mucho la atención en el contexto aún sin tener relevancia para el argumento en sí, no hace avanzar la trama por lo que podría cuestionarse su necesidad, pero es esencial para la reflexión que plantea como sociedad.

En cuanto a elementos extratextuales sorprende la banda sonora. Emplea un motivo musical electrónico que se repite y va en contra de la naturalidad y verdad tan cotidiana de la narrativa pero que a su vez habla del mundo que muestra y hace la película muy dinámica. Es un tema que hipnotiza a la par que pone nervioso.

Y por supuesto también ha de reconocerse la labor de dirección. Hay escenas tecnicamente muy complejas con muchos personajes hablando y comiendo a la vez. En su realización mezcla, como ya hiciera en Que dios nos perdone (2016), cámara en mano con planos rápidos tipo reportaje (con mucha lógica en este caso) y otros más precisos y detallados. El montaje combina así la tensión y el ritmo en una película de larga duración pero en la que pasan cosas importantes todo el tiempo y que por ello no se hace larga.

Es perfecta hasta en el título. Quizá sea una de las pocas películas en que apenas se hace referencia durante el argumento a esa idea y que sin embargo está tan presente.

Se trata por tanto de un film que arriesga por su humanidad desde una temática como es la corrupción a la que desgraciadamente estamos tan acostumbrados a oir en medios informativos. Es esa vinculo que establece con el periodismo el que la sitúa en una posición de alto riesgo pero del que gracias a sus recursos estilístico, de guion y equipo artístico, sale más que victoriosa. No debe alarmar el prejuicio de los asuntos asuntos políticos para no ir a verla pues aunque es el contexto priman otras muchas circunstancias que permiten el disfrute de la película.

Referencias web:

https://cinemagavia.es/el-reino-pelicula-critica/
https://www.warnerbros.es/el-reino
https://www.elconfidencial.com/cultura/cine/2018-09-28/el-reino-rodrigo-sorogoyen-barbara-lennie-isabel-pena-antonio-de-la-torre_1621241/

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