jueves, 11 de julio de 2019

Paradas

Desde que cogiera aquel tren hacía cinco meses no había vuelto a pisar tierra firme. La sonrisa de Zoe lo iluminaba todo. Había viajado por medio mundo y se sentía plenamente feliz, pero el tiempo voló sin que fuera consciente y cuando el tren se detuvo en aquella estación no pudo sino sentirse abrumada.

Zoe miró a través de la ventana y comprobó en su billete que se encontraba en su destino. Se planteó por un instante ignorar aquella parada pero a lo lejos visualizó un nuevo convoy para el que ya había reservado el tique.

Contempló a sus compañeros de vagón y rio a carcajadas contagiándoles su entusiasmo. Recogió su maleta. Pesaba bastante más de lo que recordaba. Les informó de su partida pero no se despidieron. Volvería. Zoe solo podía pensar que volvería.

Se acarició el pelo pensando si debía arreglarlo para su nuevo destino. Rechazó la posibilidad y comprobó cómo seguía la rutina en el que había sido su hogar los últimos tiempos.

Tragó saliva. Aún debía validar el billete del nuevo tren, ni siquiera tenía la certeza de que pudiera subirse porque había veces que no llegaba a parar, por eso era solo una reserva, nadie sabía las intenciones de los conductores.

Y entonces dudó. Y dudó con la única certeza de que estaba siendo feliz. Giró sobre si misma observando la estación. Debía tomar una decisión.

Zoe se lanzó sin miedo.

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