miércoles, 17 de julio de 2019

Pulseras y otra clase de estupideces

Era su primer día de colegio pero Noah ya sabía perfectamente en lo que consistía ser nuevo en las primeras jornadas de la escuela. Llevaba cinco años cambiando de ciudad e incluso a veces de país. De cada uno de ellos conservaba una pulsera; eran sus amuletos de la suerte. Se las colocó en la muñeca derecha y salió de la casa hacia el colegio.

Noah sabía que al año siguiente volvería a cambiar de lugar de estudio, pero aún así siempre se esforzaba por hacer amigos y disfrutar de los compañeros más allá de que muy posiblemente no volviera a verlos.

A la hora del recreo se acercó a un grupo de compañeros de clase. Enseguida se fijaron en sus pulseras.

-Sabes que esos colores no pegan con el uniforme, ¿no? - comentó una chica de ojos verdes.

-¡Oh, que horror! No puede ser, quítatelas... ¿Te obliga tu madre? - se extrañó otra.

-No... las llevo porque me gustan. Yo creo que el azul combina bien con el uniforme.

-No es eso, es que no puedes llevarlas juntas, no tiene ningún sentido. Es como decir que te gusta la ensalada y el pollo. O una cosa o la otra - razonó el chico.

-Es por tu bien, llevándolas todas nadie se va a acercar a ti - mencionó la de los ojos verdes.

-Vosotros también tenéis pulseras - observó Noah: eran tres de cuero y anudadas en el brazo izquierdo.

-Sí, pero son las de aquí y no se contradicen entre sí.

-Pues a mi me gustan las que llevo y no me las voy a quitar porque me traen buenos recuerdos.

-Tú sabrás.

Y los tres se alejaron tras una mirada de desprecio. Noah tardó varios segundos en reaccionar pero no se esforzó en perseguirles. En la siguiente clase se dio cuenta de que la mayoría de sus compañeros llevaban esas mismas tres pulseras de cuero, al igual que copiaban peinado mochila y dejadez. Todos cortados por un mismo patrón: frío, monótono, muerto.

En una esquina estaba Ariel: mostraba orgulloso sus pulseras y exhibía una mirada cargada de vida. Enseguida congeniaron y se propusieron luchar juntos contra la tiranía de los clones, defendiendo un mundo lleno de aristas.

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