En algún punto la playa se convertía en acera y la acera en carretera, pero el viento no estaba de acuerdo con las proporciones. Miguel arrastraba los pies sobre la arena haciendo un esfuerzo titánico para que su propio cuerpo se mantuviera en tierra. Despacio, pero avanzaba.

No quería pensar que llegaba tarde, ni tampoco que su amistad no había sido lo suficientemente intensa como para no merecer un final mejor.
Vencido por el cansancio, sus piernas dejaron de responder y el viento terminó por empujarlo hacia el suelo. Cerró los ojos y se dejó mecer por una melodía lejana que parecía compuesta solo para él.
Grande Sara 💙💙💙
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