Habían sido las cinco horas más largas de su vida. ¿Cómo podía ser tan difícil empaquetar todo lo necesario para un viaje? Que si el peso, que si las dimensiones, que si acuérdate del pasaporte, otro par de calcetines porque te los vas a calar, eso "imprescindible" de último momento, cuidado con los líquidos, vas a romper la cremallera como sigas haciendo fuerza, olvídate de los calcetines mejor... decir que había terminado exhausta era poco, pero ale, ya todo había pasado y la aventura estaba a punto de comenzar.
Era la primera vez que volaba y además iba sola. No por ello estaba nerviosa, había visto muchas películas sobre aeropuertos y tenía el tema controlado, siempre y cuando no apareciera un asesino en serie, un mutante de otro planeta o se te perdiera un hijo, opción más imprevisible desde luego, y respecto a las otras dos tampoco tenía de qué preocuparse porque se había protegido con su amuleto de la suerte: la primera cana que le había arrancado su hermana y detrás de la cual no habían aparecido otras tantas.
El taxi, aunque caro, la había dejado con tiempo más que suficiente en la terminal. La recogida de la tarjeta de embarque fue bastante rápida pese a que todos sus amigos la habían advertido de las largas colas que se formaban. "Esto está chupado", pensó mientras se dirigía al control de seguridad. Colocó en una bandeja la bolsa de los líquidos, añadió el cinturón y las botas antes de empujarla a la cinta transportadora seguida de su maleta y la mochila.
Esperó pacientemente hasta que una mujer de sonrisa automática la diera paso al arco de seguridad. Aquello empezó a pitar como si no hubiera un mañana. La mujer pareció despertar de su letargo motivada por entrar en acción. Miró a la muchacha de arriba a abajo cabilando el perfil de la sospechosa.
-¿Lleva algún componente electrónico?
Ella tragó saliva afirmando con la cabeza y llevándose la mano izquierda al bolsillo. Sacó el móvil curvando ligeramente sus labios. La mujer resopló, le señaló el reloj electrónico que tampoco se había quitado y retomó su cara apática.

-¿Lleva usted algún componente electrónico? - fue su respuesta.
Ella volvió a sonreir reconociendo su torpeza mientras sacaba el ordenador y la tablet.
-¿No lleva nada más?
Ya iba a negarlo cuando se acordó del libro electrónico. Lo observó con cierto temor y abrió la mochila encontrando por el camino el mp3 y la cámara de video.
-¿Eso es todo?
Sacó el GPS, el despertador y el sacador de la maleta. El segurata condujo la mochila, la maleta y las cuatra bandejas con todos sus aparatitos a través de la cinta transportadora.
-Todo en orden - aseguró con mal humor olvidándose de ella.
Media hora para su despegue. ¿Cómo iba a hacer el tetris y encontrar su puerta de embarque en tan poco tiempo? La aventura ya había comenzado.