
Es como una cuchilla que se hunde lentamente en la piel, que desgarra cada músculo sin siquiera ejercer fuerza. Nos hablas del mar pero nunca has salido de la selva. A veces te llega el rumor de las olas, y es un grito doloroso que no imaginas en calma. Como tú ahora.
¿Por qué sangra tu rostro si la bala no te ha rozado? ¿Por qué arañan tus dedos si ya no tienes uñas? ¿Por qué tus palabras se clavan en mis tímpanos si no has empezado a hablar?
Si tan solo pudiera entenderlo... No ha pasado tanto tiempo y apenas has crecido. ¿Qué es eso que hay en tu mirada? Si nunca usaste maquillaje, ¿cómo puede ser que no llevaras una máscara hasta ahora? No te reconozco. No sé quién ha robado la luz de tus ojos, pero se merece toda la agonía que ha depositado en ellos.
Ya solo permites que el hielo te acompañe en tu vigilia. ¿Cómo haces para que tu dolor sea un rio de lava al que nadie quiera acercarse pero en el que nos tienes atrapados? ¿Cómo puede ser que nos arrastres a un abismo tan oscuro que pareciera no haber existido jamás vida? ¿Es que a nadie le importa que hayan asesinado a la niña que eras?
Si no puedo acercarme a ti, deja que te diga algo: conservo el poder de la felicidad en tus labios guardado en el mejor de los rincones que habitan mis recuerdos. Si quieres puedo prestártelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario