viernes, 31 de enero de 2020

Pieza improvisada

Miradas de complicidad
y el reclamo de un beso fugaz.

Secretos a voces,
palabras perdidas
en medio de un viaje
que solo podremos soñar.

Nuestras canciones
ya no tienen prisa,
observan el tiempo pasar
encerrando los miedos,
jugando a las caricias del azar.


martes, 28 de enero de 2020

Viajar en tren

Se montó en el tren con la expresión altiva y la mirada fría. Era una joven que no llegaría a los treinta años pero cuyas canas y seriedad la alejaban de la juventud. Vestía de negro de la cabeza a los pies y llevaba el pelo recogido en una trenza. No llevaba equipaje, tenía intención de regresar esa misma noche. Escogió un asiento junto al pasillo y depositó su maletín al lado de la ventana. Sacó el portátil y varios papeles. En las casi seis horas que duró el viaje no se levantó ni para ir al baño.

Los demás pasajeros habían disfrutado del amanecer y de los colores que pintaban el norte de España, pero ella tan sólo había apartado los ojos del ordenador para sacar más papeles de su maletín. Sin embargo, tres minutos antes de llegar a su destino y como si la hubieran dado un tortazo, todo su cuerpo empezaba a reaccionar. Respiró hondo, agachó la cabeza a la vez que tragaba saliva. Lentamente su mirada se posó en el paisaje. Sus dedos quedaron flotando junto a las teclas del ordenador.

En un estado de hipnosis, recogió sus pertenencias y bajó del tren. La esperaba su hermano junto a sus sobrinas. Por primera vez, las trató con cariño. Recorrieron la distancia entre la estación y su pueblo en coche. Lo observaba todo con la curiosidad de quien descubre un mundo nuevo, con la diferencia de que casi veinte años de su vida había transcurrido allí... aunque no hubiera vuelto desde entonces... Quizá pudiera quedarse un día más. Quizá aquello era más importante de lo que quería reconocer.

sábado, 25 de enero de 2020

El colgante

Lo observó en la distancia. El sol lo hacía relucir pero nadie más parecía percatarse de su presencia. Blanca había caminado durante horas por las ciudad hasta acabar en la playa. Exhausta, se había sentado en un banco con la mirada perdida más allá de mar en calma. Enseguida le llamó la atención un punto reluciente sobre la arena. Lo ignoró; tenía otros muchos asuntos en los que pensar. 

Había quienes caminaban por la playa a escasos centímetros y no se inmutaban. Su vista ahora ya solo podía fijarse en aquella lucecilla. Sin apartar la vista recorrió la escasa distancia que los separaba. Se agachó y lo observó con curiosidad. Era una clave musical bañada en plata y prendida de un hilo que hacía las veces de collar. Estiró la mano para cogerlo y sintió un intenso calambre en el instante en que su dedo índice rozó su superficie.

Nada volvió a ser igual a partir de ese momento.

sábado, 18 de enero de 2020

Celebrar

Insitían en que debía festejar su cumpleaños, que todo el mundo se hacía mayor y no debía avergonzarse por ello. Con eso último estaba totalmente de acuerdo. Además, le gustaban sus canas, abundantes para sus escasos treinta años. Sin embargo, se negaba con rotundidad a organizar y/o participar en cualquier conmemoración relacionada con aquel día. Era más de pensar en las fiestas con un razonamiento propio: la publicación de su primer artículo, su incorporación a aquella revista alternativa, su independencia del hogar familiar o simplemente la amistad.

Pensaba que, en todo caso, quienes debían ser homenajeados eran los padres, ellos eran quienes sufrían con cada resfriado, con cada herida del cuerpo y del alma, con cada decisión poco acertada,... y casi nunca recibían algo a cambio. Por otro lado, nadie podía elegir qué día nacer, ¿qué merito tenía entonces?

Por aquella fecha no sentía absolutamente nada. Se había acostumbrado a que le llamaran borde, a poner las más variopintas excusas con tal de que le dejaran en paz. Y el tiempo terminó por darle la razón.

Siempre había sabido que era adoptado. Se sentía muy afortunado por los padres que tenía. Arreglando los papeles de un trámite como otro cualquiera descubrió que en realidad su cumpleaños era mes y medio más tarde y coincidía con el aniversario de su tercera exposición fotográfica. Fue en ese momento que empezó a festejar la fecha de su nacimiento de cara al público. Para él seguía habiendo otro motivo. Era lo de menos. Terminaba por convertirse en la exaltación de la amistad.

martes, 14 de enero de 2020

A la hora de la verdad

Compartimos silencios,
promesas,
miradas de complicidad
que acallaban las dudas.
Subimos al escenario,
cortina de realidad.

Juntos nos perdimos,
regresamos
pero seguíamos allí.
Juntos
a las puertas del abismo.
Juntos
al abrazo del tiempo.
Juntos
y llegó la niebla.

Algún suspiro,
apenas un capricho.
Encierro de tu ternura.
Sacudidas del olvido.
Intercambios vacios.

A la hora de la verdad:
humo.

viernes, 10 de enero de 2020

El árbol de Navidad

Las flores siguieron durmiendo un tiempo y de pronto un día desaparecieron. Nadie se había encargado de su volatilización y poco a poco su recuerdo fue el olvido. Tampoco lo comentaron entre ellos y las paredes, que llevaban decorando durante meses con el pigmento de sus vidas, terminaron por perfilarse en un negro fúnebre.

Para cualquiera ese habría sido el final. Si ninguno estaba por la labor de hacer un mínimo esfuerzo y dibujar una fina linea de color, no quedaba más que hablar.

Sin embargo, un día alguien (que tampoco se atrevieron a preguntar quién fue) compró una maceta. A la semana otro trajo una piña, alguno debió de unir los dos objetos y después colocar una primera bolita. Y luego otra y otra más. Hasta que terminaron por decorar el que sería su árbol de Navidad aún cuando la época festiva aún estaba lejos.

Para cualquiera sería un montón de basura, cutre y sin sentido, pero era su árbol, el motivo por el que el blanco volvió a ser blanco con matices, con sus días tormentosos y sus días radiantes, porque allí el viento hacía cambiar el tiempo a una velocidad que nadie podía controlar. No obstante, dentro de su casa estaban a salvo. Y las flores... seguro que seguían durmiendo.

lunes, 6 de enero de 2020

Las flores dormidas

Llegaban con toda la ilusión del mundo como novatos en ciernes que eran. Aún sin conocerse se esforzaban por trabajar en equipo y hacer de la frialdad de aquellas paredes blancas, un entorno en el que sentirse a gusto. Su mundo pasaba por reír juntos y disfrutar de los silencios.

Pronto el humo de la ciudad empezó a colarse por debajo de las ventanas y el blanco se convirtió lentamente en gris. Ya no había palabras dulces ni muestras de afecto. No era nada concreto pero lo era todo.

En medio del salón, una maceta que vivió tiempos mejores. Sin embargo, no había nadie que se atreviera a pronunciar la palabra "muerta". La cuidaban con mejor o peor atino con el pensamiento de que sólo estaba dormida pese a que a la vista cualquiera lo hubiera negado.

Era el cuento en el que tenían que creer para sobrevivir...

Continuará.