¿Has pensando alguna vez en reconciliarte contigo mismo?
Hace unas semanas me quebré. Estaba preocupada, entre otras muchas cosas, porque no era capaz de llorar y un simple "hola" en videollamada me rompió. Casi me avergüenza el berrinche pero era lo que necesitaba en ese momento.
Me asustó mucho llorar de aquella forma. Me sentí escuchada y sentí el abrazo en la distancia. Esta vez no fue suficiente. Pedí ayuda y llegó enseguida pero, tonta de mí, me enfadé porque no era la solución que esperaba... cuando en realidad era la que me negaba a escuchar: sé tú misma. Ser yo... yo misma.
Me acordé de que me gusta ser luz y que todo el mundo lo vea, me gusta estar sola en casa o paseando por Madrid pero no me gusta sentirme sola, me gusta mucho aprender y enfrentarme a nuevos retos, me gusta ser un poco torpe en la cocina porque es más divertido, me gusta estudiar danés por las mañanas, me gusta sentirme valiente de vez en cuando a pesar de que por lo general me creo cobarde, me gusta empezar cuadernos de escritura y convencerme de que esta vez va a estar todo bien ordenadito aunque sé perfectamente que a la segunda página empezará el caos (ese caos no es que me guste, me encanta).
Si tenía que ser yo misma también tenía que volver a escribir. Sí, por supuesto que nunca lo he dejado del todo, pero no salía de mí ("Sin con tacto" y "Los Olivos" estaban obviamente más que excluidos de esa negatividad, esos son dos tesoros), a veces incluso ni siquiera me resultaba placentero. Y eso es un problema. Así que retomé mi misión de regaladora de cuentos.
Supe que todo estaba bien cuando después de media hora acostada y con los pies aún helados, me levanté de la cama y busqué desesperada un cuaderno porque había encontrado el hilo principal de mi cuento. Me lo pasé tan bien escribiendo como recordaba, como creía haber olvidado. Supe que todo estaba bien cuando me pelee conmigo misma porque "detener" no tiene ningún sinónimo que se adapte a mis necesidades, para con el cuento y ahora que lo tecleo me doy cuenta de que para todo lo demás también.
Esto no es un discurso de autoayuda sino escritura automática que podría asemejarse a una página de diario. Si decidí publicarlo aquí es porque este blog es también parte de mi historia como autora y testigo de mi recuperación como ya lo ha sido otras tantas veces. A veces releo viejas publicaciones e incluso me llegan a gustar...
Efectivamente, a veces hay que pedir ayuda, pero no nos sale. Y seguramente hay muchas personas que están dispuestas a ayudarte, sólo tienes que tener la valentía de pedirlo, ellos quizás no se den cuenta de que necesitas esa ayuda.
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