viernes, 21 de octubre de 2022

Berryl - 3. El templo de Debód

Se acerca andando hasta el Templo de Debód. No es un paseo muy largo, agradable si el tiempo acompaña, eterno si el cielo se pone en su contra. A veces incluso, coge el metro. El autobús no porque da mucha vuelta y ella tiene cosas más importantes que hacer.

Sube las escaleras. Despacio pero con paso firme. Contempla de pie por cinco minutos la antigua edificación egipcia. Después da una vuelta y media por el parque y se sienta en un banco. Intenta que no sea siempre el mismo.

La primera media hora la dedica a observar a los viandantes. Acaricia a dos de cada tres perros que se le acercan y le hace una carantoña a la mitad de los niños pequeños que están aprendiendo a caminar. A los demás los ignora.

Después saca todos los periódicos y los apoya sobre sus muslos. Los ojea uno a uno y los va devolviendo a la bolsa. No se salta ni un solo artículo o anuncio. La lectura en profundidad es para la tarde, cuando se sienta en el sillón frente al ventanal del salón con una humeante taza de té y una copita de whiskey.

Aunque no levante la vista del papel, presta atención a las conversaciones de los viandantes, sobre todo de los extranjeros; sus favoritas: las de jóvenes estudiantes nórdicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario