miércoles, 14 de mayo de 2025

Eclipse lunar

Vengo sintiendo
una explosión en la raiz de mi cuerpo
que arrasa los campos ya incendiados
y las torres que me sostienen.

Vengo sintiendo
cómo mi cuerpo se desmorona:
desde la ausencia de oxígeno en mis pulmones
al exceso de pulsaciones al despertar.

Ahora estoy viendo
cómo el silencio se apodera de mis sueños
mientras el mar se va alejando
porque gritan mis entrañas.

Puedo escuchar
la noche desvaneciéndose
y las flores perdiendo su brillo
hasta acabar convertidas en hierro.

Vengo sintiendo
la escarcha esparciéndose por mis mejillas,
la penumbra apoderándose de mi aliento,
mis labios olvidando el olor de la primavera.

sábado, 10 de mayo de 2025

Eclipse solar

Vengo sintiendo
las motas de polvo trepando por los tejados,
aporreando en las ventanas
y alcanzando la parte más densa del tuétano.

Vengo sintiendo
la tierra deshacerse bajo mis pies
dejando la piel desnuda
y las uñas afiladas.

Ahora estoy viendo
las rocas desprenderse desde lo alto del acantilado,
chocarse contra el fango
y convertirse en diamantes relucientes.

Puedo escuchar
el cielo cayéndose a pedazos
retando a las tinieblas
y atravesando mis palabras.

Vengo sintiendo
las horas congregarse ante mis dudas,
darse un par de puñetazos
y volverse inertes sobre el reloj de arena.

martes, 6 de mayo de 2025

Lo que era nuestro

Se ha roto
en mil pedazos que intentas recoger
y estallan solo con rozarlos,
que se clavan en la piel
dejando directamente cicatrices.

Se ha difuminado,
un cuaderno lleno de recuerdos
con palabras borrosas,
el dibujo de un día alegre
ahora está guardado en el trastero.

Se ha extinguido,
quedan cerillas y mecheros
pero la mecha se ha agotado
y aún así queman los labios
y se derriten las miradas.

viernes, 2 de mayo de 2025

Un asidero en el muro de ladrillos

Desde mi ventana puedo ver la cuerda de un tenderete. Es solo una como única fuerza de la estructura. No tiene tensión y es mecida y sacudida por el viento. Con la colada se convierte en un cuerpo inerte; sin ella, es la rama de un árbol que está por caerse.

Desde mi ventana siento el estómago rugir y mis manos temblar. Es solo una llama que se apaga y una bombilla que se enciende. No tiene sentido y aún así La Tierra sigue girando, como puedo seguir caminando pero no soy capaz de alcanzar el rellano de mi portal.

Desde mi ventana escucho el murmullo de los pájaros y los gritos atronadores de los andamios. La cama está aún sin hacer y la pila está colapsada de platos y sartenes. Pero hay una flor en el jarrón del salón que bien podría ser un denso jardín.

Desde mi ventana soy capaz de acariciar el atardecer y olvidar la distancia con el mar. Puedo bailar e incluso respirar, pero mis manos ya no se sienten y la corriente del rio fluye sin un resquicio al que agarrarse.

Desde mi ventana veo cables, antenas y las unidades exteriores de los aires acondicionados, se aprecian los canalones atascados y algunas tejas rotas, y más allá, el cielo azul. El cielo y su libertad.

lunes, 28 de abril de 2025

La cita pendiente

Cuando nos volvamos a ver puede que me haya vuelto ciega, que no tenga aliento mi voz y que mis manos ya no sepan acariciarte. Estaré anquilosada y a la vez seré volátil. Cuando nos volvamos a ver quizá no haya pasado tanto tiempo pero se habrá formado un precipicio tan inmenso que será como empezar de cero pero con una mochila cargada de piedras que no nos estará permitido dejar sobre la tierra ni el asfalto. Seremos frágiles y clamaremos por la resistencia.

En el día en que nos crucemos de nuevo habrá silencio y luego un rio de palabras, estarán mis ojos perdidos porque ya no sabrán cuál es su puerto. En el día del reencuentro sabrá el volcán inactivo que debe permanecer dormido como el corazón seguirá latiendo sin percibir la herida que sangra.

Cuando nos volvamos a ver quizá ya no te recuerde y se me haya vaciado la memoria, sabré que eres tú y a la vez continuaré inerte por mi camino. Cuando nos volvamos a ver puede que el aroma de la sal se haya incrustrado en mis fosas nasales y que mis papilas gustativas hayan olvidado tu nombre.

jueves, 24 de abril de 2025

La puerta abierta - La eterna duda (3d)

Regresa a Algo está pasando.

Enciende la linterna del móvil y se adentra un poco más en el trastero, temerosa de que de pronto se cierre la puerta y se revele el verdadero motivo de que esté abierta. Pero no. Ni la puerta se cierra ni la linterna le sirve para revelar absolutamente nada. Es una estancia oscura y húmeda. Ya está. Sin mayor misterio. ¿Y entonces?.

Rocío se siente realmente incómoda. Revisa la estancia con extrema atención. Se le ocurre que a lo mejor hay algún huequecillo por el que se generen corrientes de aire y a lo mejor… No tiene mucho sentido pero…

¿Y un ratoncillo? Le daría profundo pavor pero al menos sería una explicación medianamente lógica. ¿Debía correr al supermercado a por varios botes de raticida?.

Pasa lo que le queda de tarde y parte de la noche revisando el trastero y con el constante pensamiento de no estar viendo algo que tiene delante de sus ojos. ¿Un alienígena invisible?.

Se acuesta a las tres de la mañana y se despierta sobresaltada varias veces. La puerta sigue cerrada. Va a trabajar con profundas ojeras y dudando hasta de su sombra. Por primera vez en su vida y consciente de que no puede servir de precedente, hace varias horas extra sin que le suponga ningún problema. Es más, decide cenar en un bar cutre que, ante todo, la obliga a llegar a casa cerca de las once de la noche.

Lo revisa nuevamente sin llegar a ninguna nueva conclusión. Llama incluso a un amigo asegurándole que tiene cucarachas y vacían todo el trastero en busca del mínimo resquicio que así lo evidencie. Otra tarde se la pasa recorriendo cada tablilla de la habitación confiando en que haya alguna suelta que pueda estar forzando algún cambio de presión en el suelo y la posterior apertura de la puerta. Tampoco se produce.

Se rinde e incluso le resta importancia. Y a la mañana siguiente sucede de nuevo. Esta vez con ella misma durmiendo a unos metros. Repite el proceso como se repite su nula explicación. Pasa a sucederla de forma relativamente regular, sin un patrón concreto temporal pero sí con cierta frecuencia. Nunca llega a averiguar por qué sucede, pero esa duda la carcome, la revuelve y la lleva a mudarse a otro barrio.

domingo, 20 de abril de 2025

La parte cóncava de los últimos meses

Un movimiento que se repite. Parece casual. Es mecánico. La respiración puesta en pausa. Parece forzado. Está flotando. Los huesos manejados por la inercia y los músculos atrofiados. El día de mañana. El día de después. La mirada sobre el horizonte y los pies sobre el ayer.

Una pataleta. Una soga. Un mordisco. El océano que solo está en la memoria. Una zanja. Un acueducto. Un precipicio. Algunas noches de insomnio y otras que se esfuman por el vórtice del cansancio. Una laguna. Un conjunto de lagunas no son lagos.

Siento una piedra angular entre el calcetin y la deportiva. Me lo quito y lo sacudo. Me calzo de nuevo. Ahí sigue. Lo ignoro. Ahora no está. Ahora se ha cambiado de pie.

A veces encuentro a la luna entre las luces de la ciudad. La contemplo pero ya no me da paz. Está ahí porque es parte de la bóveda celeste pero yo ya no pertenezco a su cuadro, la miro de pasada entre el resto de pinturas que conforman el museo de la capital.

Una almohada sin funda. Una cama sin colchón. La duda sobre la mesilla. La ausencia de respuestas sobre la lámpara de noche. Un conjunto de metáforas para un suspiro sin aliento.