Les vi darse un abrazo. Uno de esos de despedida. Largo. De los que prefieren no darse. El viento mecía suavemente el cabello de ella y en los ojos de él se intuían un par de lágrimas deseando escapar. Eran las siete de la mañana pero la temperatura apenas había descendido en la noche y empezaban a apreciarse marcas de sudor bajo las axilas. Ella llevaba un vestido de seda y él unos desgastados pantalones vaqueros y una camiseta promocional de una maratón local.
Fue un abrazo largo. Cuando se separaron, intercambiaron un par de besos en las mejillas y no se dijeron nada. Ella se subió al coche. Era un monovolumen familiar que, con su esbelta figura al volante, parecía el inicio de algún anuncio televisivo de vida perfecta. Ella bien podría dedicarse al mundo del espectáculo, pero su vida era más bien una continua sucesión de drama. El maletero iba lleno pero no había ningún otro ocupante. Se marchaba con un profundo vacío y una montaña de incertidumbre en el horizonte. Pero se iba con el convencimiento de que iba a ser lo mejor.
Su hermano permanece inmóvil en mitad de la acera. Observa cómo el coche avanza, maniobra con delicadeza y se aleja calle abajo. Se recuerda a sí mismo de pequeño al final del verano persiguiendo en el pueblo al vehículo que se llevaba a sus mejores amigos o a los primos. Solo que ahora solo está él ya.
Se ha quedado solo. No se mueve durante más de media hora y después echa a correr en la misma dirección en la que se fue ella. Corre por las calles que van hacia la autopista, y después continúa por caminos de tierra paralelos a la carretera.
Se detiene exhausto en una gasolinera.Paga un taxi de regreso a la ciudad. Es la primera vez que se sube a uno. Apenas habla. Solo le dice al conductor que le lleve al centro. El otro, en cambio, no calla. Y el hermano escucha y se acurruca en el sitio.
Cuando se acuesta esa noche, sin haber querido ducharse pese al sudor pero sintiendo en su piel aquel último abrazo. Su hermana ya no está. No va a volver. Y ya está. Y mañana se levantará y será otro día.
Su hermana ahora les observa desde el cielo y él ha preferido inventarse su propio funeral.