No queda una brizna de hierba ni una gota de agua sobre el río. Está la tierra baldía así como mis sentidos dejan de querer volver a tus brazos. No queda oxígeno. Ni una triste semilla para recuperar el huerto. Ahora el jardín está inerte y los topos no se atreven siquiera a hurgar entre los restos.
No queda sal para curar el océano ni un poco de aliento para susurrar tu nombre. Está el viento en contra pese al anticiclón. No quedan misterios en las profundidades marinas ni tampoco emergen antiguos tesoros. No hay luz.
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